Con un poco de retraso con respecto a las lecturas de mis
alumnos en el curso de la UAM, termino la serie sobre Garcilaso el melodioso,
aludiendo primero a un rasgo del que hemos dado cuenta por encima, al paso,
como sin darle importancia: el de los versos que, según los parámetros
aplicados, parecen fuera de melodía. Los hay, luego veremos algunos, y suelen
ser punto de discusión de la buena crítica, porque ante un verso de esas
características cabe pensar 1) que a veces dormita Homero y que, por tanto, el
verso, auténtico, le salió mal a Garcilaso; 2) que la entonación y
pronunciación de la época se permitía, sobre todo en verso, licencias que hoy
nos rechinan; 3) que la trasmisión textual del verso ha sido in correcta y que
decía otra cosa o de otra manera.
No se trata de versos que se pueden ejecutar de muchas
maneras, como el siguiente:
2.3.6.8 Amor quiere que calle yo no puedo
Sino de versos realmente fuera de los cánones históricos del
ritmo, esto es: no sería raro encontrarlo en poesía actual, sobre todo de malos
poetas, que los escriben inconscientemente:
2. 8 Entonces
como cuando el cisne siente
2.8 mas
todo se convertirá en abrojos
A veces de extraña ejecución:
2.4.6.7 quedaos
adiós, que ya nuestros oídos
2.4.5 y en esto no voy contra el juramento
2.8 guardarme,
como en los pasados años
2.(6).8 lo
menos de lo que en tu ser cupiese
No falta entre ellos el llamado endecasílabo de gaita
gallega o dactílico (4.7.10) en cualquiera de sus variedades (1.4.7; 2.4.7;
4.7), modalidad que también recordaba mucho las coplas de arte mayor y que
reaparecerá con más o menos fuerza en autores (Cervantes, por ejemplo) y épocas
tardías. Está ya en el soneto I
1.4.7 Hallo,
según por don anduve perdido
Cada uno de estos casos solicita un despliegue de
información y crítica –también textual– que no se puede hacer aquí.
Aquí lo que vamos a hacer es terminar señalando, como rasgo
novedoso y mayor del estilo de Garcilaso relacionado con los modos rítmicos, la
dispersión sintáctica, es decir esa apertura y despliegue –el latín al fondo–
que permite abrir la rígida estructura del sintáctica del lenguaje escrito
anterior, y que confiere a los versos esa sensación de facilidad y
maleabilidad, grata al oído moderno. Tan abundante es y tantos los casos, que
no puedo más que ofrecer ejemplos.
Góngora recogerá este guante.
O cuitado de mí, cuán fácilmente
con espedida lengua i rigurosa
el sano da consejos al doliente
condolidas del daño y descontentas
a le hurtado alguno o escondido
… que si al cielo que me oyere
con quexas no moviere y llanto tierno
Verde en el medio del invierno frío,
en el otoño verde, y primavera,
verde en la fuerza
del ardiente estío…
Mi lengua en dulces modos y sutiles
La mar en medio y tierras e dexado
muerte, prisión no pueden ni embarazos
quitarme de ir a veros….
I es que yo soy de lexos inflamado
de vuestra ardiente vista y encendido
tanto que en vida me sostengo apenas
Estaba yo a mirar, y peleando
en mi defensa mi razón estaba….
El fruto que de aquí suele cogerse
mil es amargo alguna vez sabroso
mas mortífero siempre y ponzoñoso…
aplacase la ira
del animoso viento
y la furia del mar y el movimiento….
Que según he sabido, ni a las oras
que el sol se muestra, ni en el mar se esconde
de tu lloroso estado no mejoras.
Con ansias vas buscando el que partido
era ya con el sueño y alongado.
Bien te confieso que si alguna cosa
entre la umana puede y mortal gente
entristecer un alma generosa….
Nos a querido ser tan rigurosa
que ni a tu juventud don Bernaldino
ni a sido a nuestra pérdida piadosa
los cabellos y barbas mal paradas
se despedaza y el sutil vestido
y con ímpetu corriendo y con ruido
Hola, Me ha gustado mucho el detalle de la pintura al pie del poema, ¿puedes decirme cual es el cuadro?. Gracias.
ResponderEliminarMina.
No me extraña que te haya gustado, es Santa Catalina, muy humanizada por un Ribera tardío (de hacia 1640), que humaniza ya mucho sus figuras; la obra está en el Metropolitano de Nueva York y a veces se ha mostrado como ejemplo, portada, etc. así en la cubierta del católogo sobre Ribera del Prado (1992). Observa que, según la leyenda (hay obras poéticas y teatrales españolas que lo dramatizaron), la primera vez que Catalina acudió a María y José para ayudarles, fue rechazada por falta de dulzura, belleza, clase, etc. En el desierto logró la plenitud de su personalidad, volvió y logró ser "esposa espiritual" de Cristo y la virgen le puso un anillo, lo que no recoge Ribera.
ResponderEliminarMuchas gracias Pablo,
ResponderEliminarHa sido un grato placer leer tu explicación.