Carpe diem
No tengas tanta prisa en serlo todo,
aun te queda llegar a barro y tierra,
ceguera cuando todo nos estalle
y lava cuando todo nos encienda;
yo no sé en los volcanes lo que pasa,
tampoco si se habitan las estrellas;
parece que
ni duelen ni resuelven
si llegas a ser luz o si materia;
por lo pronto, mi amor, dame tu cuerpo
y gocemos del tiempo que nos queda,
y en el tunel de seda recogidos
estallemos de besos y azucenas…
Procuremos quedar allí abrazados
lo que fue sin pensar ni lo que venga.
Preciosa foto, buena reflexión en buen poema. Será divertido ver qué hay al otro lado, para un curioso merece la pena el transcurrir del tiempo y pasar de una vida a otra cosa. La permanencia es un gran aburrimiento. Eso sí, mientras, a disfrutar y a pelear por lo que uno quiere o necesita. No hay nada importante que perder.
ResponderEliminar¿Quién no quisiera empezar así un sábado que se resistía a llegar del todo?
ResponderEliminarGracias por compartirte tanto, Pablo.
Un beso.
Lo bonito de compartir es que va en dos direcciones, claro. A mí, por ejemplo, me ha resultado un aliciente el par de comentarios –gratos–, para un sábado también envenenado. ¡Esta primavera....!
ResponderEliminarPues si, poesia ...
ResponderEliminarSuscribo lo dicho por Inés.
ResponderEliminarAdemás de sumarme al comentario de Inés y Emilio involuntariamente he intertextualizado con el Soneto de la Luna de Antonio Gala endulzado en la voz de Clara Montes. Se los recomiendo!
ResponderEliminarLo veré
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