Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

lunes, 14 de junio de 2010

Quevedo, de cabeza

Acabo de descubrir dónde ha ido a parar la cabeza de Quevedo. La historia es larga, erudita y complicada; voy a ver si la resumo. Hacerse con la efigie, el rostro, el retrato de alguien que vivió antes de la fotografía solo es posible si aparece en algún lugar artístico (pintura, escultura, tapiz, grabado...) Quevedo se dejó retratar o le retrataron varias veces; las más conocidas son las de Pacheco en su Libro de Retratos, la de (¿el taller?) de Velázquez, de la que hay estupendas copias (le mejor, en Londres) y algunas otras muestras menores, como son las de los grabados de algunos libros y cuadros de peor calidad, uno de los cuales, por cierto, estaba en una escalera interior de la Biblioteca Nacional. Es posible que existan otras representaciones que no han salido a conocimiento público; yo mismo he dado a conocer en este cuaderno un par de ellas (y otra, procedente de la casa de Medinaceli va aquí; es propiedad particular).
Siempre he tenido, sin embargo, por más auténtica la del busto de terracota, de color barro, sin pintar, que nos ha llegado (la primera ilustración), que se guardaba, procedente de la casa de Osuna, en la Biblioteca Nacional de España. Una foto anterior al año 1939 documentaba que era cabeza y busto; y en el busto la cruz del hábito de Santiago, lo que quiere decir que la escultura es posterior a 1617, cuando don Francisco recibió el hábito en las Bernardas de Madrid, hoy iglesia castrense.


En una visita de hace bastante tiempo a colegas o bibliotecarios de la BNE descubrí con horror la cabeza de don Francisco –y solo la cabeza– tirada (lo digo bien: no estaba sobre soporte alguno, sino de lado, sobre la pelambrera de la oreja) encima de un armario. Entonces advertí a la entonces dirección que, a mi modo de ver, aquella era una representación de época y muy fiel de don Francisco. Sobre algo semejante escribió por aquel entonces la  rigurosa quevedista francesa Marie Roig-Miranda un artículo en El Criticon. He de decir que los sucesivos directores de la Bibliotecca Nacional recuperaron aquella cabeza, que pasó por lugares varios: con Juan Pablo Fusi y con Luis Alberto de Cuenca –muy sensibles a estas cosas– estuvo en el mismísimo despacho del director; cuando lo era Ortega pude hacerme algunas fotos con la cabeza de Quevedo (pero el fotógrafo que era de la casa nunca me las enseñó ni sé dónde paran). La aventura de la cabeza siguió de modo impreciso, ya que un buen día apareció encerrada en una urna de cristal en el salón italiano que se atraviesa para llegar a la sala general. De allí desapareció ("la están restaurando", me dijeron). Volví a verla en un reportaje que Informe Semanal me hizo sobre los huesos de Quevedo: la cabeza se exponía entonces en el Museo..., encerrada en un armario acristalado.



Hoy, al abrir una información sobre la reunión del patronato, vuelvo a verla en sitio distinto: fíjense ustedes, es la que reposa sobre la mesa de la sala de reuniones del patronato. Es difícil situar a don Francisco en este lugar confuso que vuelve a ser ahora la Biblioteca Nacional. Por cierto, el busto no se ha llegado a recuperar, que yo sepa, nunca: le falta el busto, que sospecho dónde está. 

Lo de los huesos, a lo que aludí al paso un poco más arriba, es otra historia digna de contarse. Ya en los años veinte se andaba con los presuntos huesos de don Francisco de un lado para otro, como verán por la foto ... Quevedo está donde están muchos otros: Velázquez, Lope, Cervantes, Calderón... en algún lugar de la espaciosa España. No se crean lo de los análisis de los forenses y demás patrañas.

1 comentario:

  1. Interesante. En esa foto, ampliada al máximo, parece más robusto y joven que en la del cuadro. No tienes otra foto donde se le vea sin distorsión. En la de la mesa se percibe una cara más refinada.

    Se podría decir que don Francisco te ha traído de cabeza estos años.
    Que chiste más maaaloooo!

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