Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

miércoles, 16 de junio de 2010

Los textos se leen, los versos se recitan (I)

Los textos se leen, los versos se recitan. Uno puede leer los versos, por supuesto, y recitar la prosa; como uno puede comerse la cáscara y desechar la pulpa de la fruta. De lo que se trata no es de restringir la libertad del individuo que se molesta en cuanto le dicen que dos y dos son cuatro, sino de encontrar el espacio común del que resuelve compartir, por ejemplo y ahora, literatura, subespecie versos.



Benedetti y Gelman
Algunos de mis antiguos alumnos recordarán el tiempo invertido en clase en explicar detalladamente cómo se puede leer el verso y por qué y cuáles son los resultados de ese entendimiento verbal y sonoro. Y les habrá que recuerden como en los llamados exámenes finales convocaba a la clase para que cada uno leyera versos delante de los demás. No siempre pude seguir con esta prueba tan sencilla, porque un decano de mi "dificultad" (así digo, porque es realmente difícil llevar a cabo algo digno en  esos tugurios), aleccionado por colegas y alumnos, me advirtió que semejante ejercicio "invadía la intimidad" de los alumnos. Nunca pensé yo que ese era un modo de invadirles la intimidad, lo que suelo hacer mucho mejor mirándoles a los ojos, pidiéndoles que me enseñen lo que escriben o intentando que me inviten a una copa. El caso es que a raíz de esa protesta institucional sobre la calidad de mis exámenes invasores, esgrimida por un decano –que no sabía leer versos; bueno, tampoco hablaba muy bien–, introduje en mis clases una explicación sencilla de por qué la vergüenza literaria. Con Blüher y Ong al fondo, les expliqué que era normal que les diera vergüenza emplear la lengua natural, de la comunicación, en función secundaria, en este caso artística o literaria. Actos del lenguaje, función estética, etc. Y así, pasábamos vergüenza en voz alta, pero sabíamos de dónde procedía, que no era de la invasión de la intimidad. Por cierto, es hermoso eso de "invasión de la intimidad". A ver si el curso que viene –con otro decano que el de marras– en la encuesta del primer día, añado una pregunta menos tonta que las habituales del cuestionario oficial. Algo así como "¿Podríamos invadirnos la intimidad en algún momento?"

Recobro el hilo perdido. La lectura en voz alta de versos es una posibilidad de la lectura de poesía, que también puede recibirse en silencio o en coro o acompañada de parafernalia (cantautores, raperos, musicada, recitativos operísticos...) Si así se hace, puede "ejecutarse" (el término viene de Jakobson) de diversas maneras, ¡no de cualquier manera o de todas las maneras! Por otro lado no toda la poesía cobra mejor sentido al sonorizarse: el Cántico espiritual de Juan de Yepes (que así lo llama Moíño) fluye como el agua de una fuente y se bebe mejor leído en voz alta; su maestro, el agustino fray Luis de Léon, nos dejó algunas odas que son el resultado de un deslumbrante ejercicio poético e intelectual, al que hay que volver reflexivamente varias veces (por ejemplo para deshacer hipérbatos o captar desplazamientos atrevidísimos) para recobrar su significado literal. Cada autor, cada poema pide un tipo de consumición diferente. Lo iremos viendo y habrá ejemplos.
Por el momento lo que quería es: 
1º) que el decano no se quedara creyendo que tenía razón. Era una desrazón (ya saben que el sufijo des- dice la RAE no se debe utilizar así; también lo veremos en nuestro "Almacen de dobletes"); 
2º) que todos los que confiamos los unos en los otros (¡condición absolutamente necesaria en la relación maestro-alumno!) podamos invadirnos la intimidad; 
3º) que nos preparemos para leer versos en voz alta.


Traigo primicia de páginas venideras, porque la red brinda montones de ejemplos de varios tipos, desde los más sencillos a los más complejos; acabo de ver  uno  en el que  una jovencísima Ariadna Gil se desabrocha la blusa mientras recita uno de esos fragmentos estremecedores de Alejandra Pizarnik. Hermosísimo el ejemplo, aunque el recitado no es perfecto y la emoción viene agridulce y no se sabe si es por el desabrochado (este des- es correcto), que no culmina, o porque la poetisa argentina siempre cala. 
Al menos hay tres páginas que se pueden consultar, helas aquí con el ejemplo de lectura versal correcta de tres grandes poetas, la de Oliverio Girondo recitando  "Y de los replanteos"


La de Mario Benedetti "no te salves"


y la mejor de todas, la de Juamn Gelman, el "Lamento por Gallagher Benthman", de Los Poemas de Sydney West


que nos sirve como eslabón para la próxima entrada de este cuaderno, la quinta, referida a poesía actual en español, sobre este inmenso poeta argentino.

No hemos hecho más que empezar con la lectura de versos.



3 comentarios:

  1. Mire que tuvieron que cambiar mucho sus clases porque los, ya más que antiguos, viejos alumnos no las recuerdan así. Debieron de ser muy divertidas después, aunque seguramente haría "sufrir" un montón a los más tímidos.
    Pero, ¡qué extraño y qué raramente delicado el que el decano se preocupe por la intimidad del alumno!, y, ¿qué tendrá que ver la intimidad con tener que leer en voz alta?. Qué raras cosas sucedieron al transcurrir el tiempo ... (de todas formas, a mí lo de la "invasión de la intimidad" me suena, y debe ser, horrible).
    y ¡que leer bien es muy difícil!, es un arte no para cualquiera, más ahora que todos leemos tan mal, incluso los actores españoles (la mayoría son insufribles). Son necesarias tantas cosas: bella voz, entrenamiento, entonación, emoción, respiración, ... se nota muchísimo cuando alguien lo hace bien. Especialmente, los poetas que he escuchado (casi nunca, es cierto que lo evito) lo hacen fatal y su poesía, tal vez bella, se oye aburridísima. Los cantautores también suelen ser un plomo y con rap ya debe ser horrible, aunque ya se sabe que los gustos son diversos.
    La pobre Ariadna se tendría que desabrochar la blusa de joven para no espantar y que se aguantara mejor su recitado, porque en las películas lo hace fatal aun ahora que es ya muy mayor.
    Las películas antiguas eran en general malísimas con fenomenales actores, hoy día sucede lo contrario.
    Muchísimas gracias por las direcciones que apunta -las veré.
    El retrato que ha colocado en esta página de dama es precioso, muy amable por ello.

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  2. Ese retrato causó mucha impresión a Gelman, hasta el punto que fue portada de uno de sus libros y comentario de uno de sus escritos, es de Durero: "... es inmortal y me causa dulcemte daño....", escribió.

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  3. Muchas gracias por la información acerca del retrato de dama - muy interesante-: comprendo a Gelman, y me gusta mucho oír "me causa dulcemente daño".
    En débil compensación a sus esfuerzos, le dejo esto en el comentario:
    »Los cuatro puntos cardinales son tres: el Sur y el Norte.

    »Un poema es una cosa que será.

    »Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser.

    »Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser.

    »Huye del sublime externo, si no quieres morir aplastado por el viento.

    »Si yo no hiciera, al menos una locura por año, me volvería loco.» [12]

    Tomo mi paracaídas, y del borde de mi estrella en marcha, me lanzo a la atmósfera del último suspiro.";

    de Vicente Huidobro, de Altazor - para usted y su página, si quiere, claro.

    ¡Y que aún haga usted todas las locuras que pueda! ... con cuidado.

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