que los dedos de san francisco sean
los que culminen las caricias todas
que enlazado se lleven a mi sexo
hacia un mar de ansiedad que se desborda
que no me dejen respirar apenas
mientras trenzan aprietan
sueltan rozan
a veces tan
subidos como el aire
otras veces formando caracolas
para esos dedos con mi cuerpo tenso
el quejido en la voz y la voz rota
el deseo de ser
donde no llego
sueños
desnudos sensación remota
belleza que no sabe dónde está
que los dedos del greco me recorran
me encanta el poema
ResponderEliminarPor si xinyan en algún momento se olvida mucho y se pregunta si el anónimo que acaba de escribir que le encanta ese poema es él, aunque no quiero ser pesada confirmaré que soy yo, Maribel A.
EliminarHola, Maribel; voy a intentar solucionar dentro de unos días el jaleo que se ha armado con los nombres y que, en realidad, tiene que ver con el final de este blog (para marzo, cuando cumpla cinco años). Y me gusta que te hayan gustado los dedos del greco. Feliz año.
EliminarNo entiendo na.
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