I. LOS CONCIERTOS DE VENECIA
Concierto de
chicharras bajo un pino
–y ya llevo
tres zumos de naranja–,
imagen de
venecia bien distinta
a la vieja
ciudad que se proclama;
un tráfico incesante
mueve todo
cruceros, botes,
góndolas, barcazas....
los ruidos del canal
componen música
y el mar adorna
con estelas blancas;
intento ir
hacia mí mismo, como dicen,
mas no puedo
dejar de ver el agua;
de pronto asoma
un barco gigantesco
un crucero con
aires de montaña....
Monteverdi
suspenso quedaría
de aquella aparición
que me amenaza.
II
Perderse por
las calles de Venecia
sin
turistas sin pizzas ni mandangas
ver los tiestos
cuidados con primor
y la ropa
tendida en la ventana
remansos
repentinos que aparecen
–Vivaldi
bautizado en Santa Bárbara–
historias
escondidas por la historia
ladrillos rojos negros piedras blancas
ciudad vieja
que se hizo poco a poco
jardines
interiores donde guarda
lo que no se ha
vendido todavía
el rumor denso
de las verdes aguas.
Despacio va la
vida tan a veces
y a veces como
ahora se remansa.
y III
yo no sé si
cambiar los monumentos
por un ser vivo
que se mueva y hable
que se venga a
los ojos si lo miro
y que luego no
quiera ya marcharse
los hay de todo
tipo y condición
rubios negros morenos orientales
a veces van en
grupo a veces solos
es difícil sin
duda acompañarles
desconfían si
no hay dinero cerca
de una sonrisa de la voz del aire
les hablaron
muy bien de monumentos
les inculcaron
no confiar en nadie
y se van por
ahí como perdidos
a la caza de un
sueño inencontrable.
Bonito dietario, bonitas fotos que dan envidia pero se disfrutan a través de usted y bonito viaje el que lleva a cabo. Me alegra el que viaje también al centro de sí mismo a la vez que a Venecia. Realmente es difícil hacer ambas cosas y, más aún, si se toma zumos de naranja, que cuando son ricos de verdad, se disfrutan tanto que uno no puede pensar en nada más.
ResponderEliminarEl noticiario filológico también interesa. Espero que se encuentre por fin bien después de dejar los sinsabores universitarios, aunque también espero que no lo olvide todo y recuerde los buenos momentos que siempre son menos llamativos y efímeros, que recuerde personas efímeras que alguna vez pasaron por sus clases o los que fueron compañeros apreciados alguna vez.
El verdadero león es el que se conquista a sí mismo"
(Hz. Mawlânâ Rûmî, m. 1273