Son los primeros ramos, con la flor
ocre estrellada y fina del cornejo;
hortensias, las azules y las blancas;
los vasos alargados con espliego;
la datura derrama su olor dulce,
suavicé con la menta su veneno;
si vas fuera la higuera te recibe;
cortado el heliotropo puse dentro....
membrillo del japón deja su herida,
últimas flores del jazmín de invierno,
e hice como siempre variados ramos
de las muchas silvestres que crecieron.
Y así dispongo lo que vuelve cerca.
Todo parece renacer de nuevo.
Qué bonitos son todos, pero sobre todo me gusta el penultimo por esa jarra coqueta por esas hortensias blancas, y sobre todo, por esa ventana por la que asoma el verdor del valle!
ResponderEliminarBicos.
Pablo, he intentado escribirte un email pero no me funciona esta dirección.
ResponderEliminarQue belleza! envidio a C. que te sisitara pronto en tan privilegiado lugar.
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