Nada alcanza la
suma inteligencia
de un mosquito
nocturno y trompetero
que espera
siempre a que la luz se apague
y que su
víctima se entregue al sueño,
allí es
entonces cuando viene y clava,
cuando elige el
lugar del alimento
y cuando con
pertrechos afilados
penetra chupa
y deja su veneno;
y he aquí que
el primer picor te llega
y te rascas la
dermis placentero;
mas hete aquí
que aquello se repite
y descubres el grano
que te han hecho.
La que muerde
es la dama del mosquito;
comentarios no habrá de ningún género.
Le habría gustado mucho a tu compañero, Quevedo!...y a mi!
ResponderEliminarCreo que el rapsoda, que nunca miente, sí que está en Venecia. El último verso del mosquito se va a corregir, por cierto.
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