Al encuentro
del abedul perdido
que rompe su
corteza la más blanca
y oculto en un
rincón junto a las verjas
con aire
desgarbado se levanta;
tan sencillas sus
hojas, tan perfectas,
el perfil de sus
venas traza un mapa;
al porte de los
pinos que le cercan
ni llega ni lo
intenta ni lo alcanza;
solitario,
sencillo, arrinconado,
sin nidos y sin
viento vive en calma,
el rumor sigue
de las estaciones,
todavía la luz del
sol aguarda
y espera cuando
llegue primavera
que ascienda de
la tierra nueva savia
El Retiro conserva algunos poquísimos ejemplares de árboles poco conocidos, no demasiado exóticos; así el castaño rojo –tan abundante, por ejemplo, en Inglaterra, apenas está representado por tres o cuatro ejemplares: a la entrada posterior de los jardines de Cecilio Rodríguez, en la verja de entrada del Paseo de Coches a la calle O'Donell, delante de la sala de fiestas Florida.... Y aun estos resultan raquíticos, de poco porte; quizá se plantaron al mismo tiempo que los entecos de la Cuesta de Moyano, que no medran. De ese tenor las pawlonias tomentosas, el alerce, la jacaranda, el naranjo de los osages, y un par de abedules, al menos yo no he visto más que dos, arrinconados, uno de ellos, en la zona del manantial, muy escondido. El otro es el que va en esta entrada, junto a la verja que rodea al parque por la calle Menéndez Pelayo.
Puerta trasera de los jardines de Cecilio Rodríguez |
Castaño (rojo) de Indias, junto a la puerta de la Calle O'Donell |
Pawlonia tomentosa, últimas flores |
Dulce poema.
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