Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

lunes, 22 de julio de 2013

Escenas porteñas

Borges y Bioy Casares en La Biela (Buenos Aires)
I
Como La Biela estaba a rebosar
me he ido a La Rambla  a tomar café
con una media luna y el cuaderno
a donde van los versos –cuando vienen–,

y algunos libros para disimular
el horror del domingo por la tarde:
Oliverio Girondo, Girri, Orozco....
Casi siempre me atrapa la más médula;

largo camino el de Girondo, magia
de la poesía, que Gelman sufre
y no salvó a Pizarnik.... son los clásicos,
el refugio habitual del perdido;

tengo una resma de panfletos, hojas,
direcciones, plaquetas de lo de ahora,

aún apartados, en el estrambote.


La Rambla (en Buenos Aires, C/Posadas con Ayacucho)
La cualquerización llega a los versos
y hasta la servilleta pide cita
con los mismos derechos que la lluvia,
sin rima y sin ropaje que la cubra

las vergüenzas de ser tan poca cosa,
mientras la noche cae tras las ventanas
de la cafetería donde sufren
los aligustres y los pitosforos.

Habrá versos, sin duda, criaturas
que cumplís la función de no ser nada
esta tarde, ya noche, fría, triste,
en compañía de unos pocos versos

que llenan el vacío melancólico
que tejeremos silenciosamente.


Centro cultural La Recoleta
Tendrá que haber una transición entre la cadencia del soneto final y la foto del puesto del mercadito artesano de la Recoleta, en donde hoy he comido una excelente empanadilla de carne, un jugo de naranja, un pastelillo de batata y membrillo o de alfajor  (se lo había prometido a Ivana) y unas garrapiñadas. Un banquete, mientras visitaba el Centro Cultural de la Recoleta, en donde, entre otras cosas, había una exposición sobre Les Luthiers. Elegí para el café –amenazaba lluvia, quizá nieve– La Biela, el café tradicional que saluda con ese recuerdo de Borges y Bioy Casares, allí enfrente, en la Plaza Alvear; pero todo el mundo había tenido la misma idea, de manera que me fui, muy cerca a La Rambla, más tranquilo, también de chaflán o esquina, donde terminé la tarde, con un zumo de pomelo, algo delicioso y habitual en Buenos Aires, a veces aderezado con gengibre.

En el mercadito de Recoleta

Palermo, varias ciudades en una

Palermo (a la derecha, "los bosques de Palermo")





2 comentarios:

  1. Hola Pablo, estoy siguiendo con verdadera admiración y una cierta envidia tus andanzas por Buenos Aires. Aunque leyendo tu crónica, tan personal, con sus versos incluidos, parece que estamos allí...
    Un beso
    (PD: por favor, ¡termina tus entradas sobre Madrid!)

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  2. El próximo café con "media luna" lo compartiremos, Mercedes, a tu salud.
    Beso

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