...donde vive un mi hermano, acompañado de dos churumbeles, hemos recorrido la cornisa cantábrica, sorteando hogueras, mientras en el resto de Europa se quemaba por el glorioso cambio climático que viene impulsando –entre otros– el ayuntamiento de Madrid, incapaz Carmena de conocer la historia maldita de la izquierda, y hoy lo digo, cuando culminan todos los despropósitos.
Me daré a las flores, las músicas y las damas, que es lo que queda, antes de NO IR a votar.
Parábamos cuando nos cansábamos, sobre todo, para ir al mar. Fue primero el Sardinero de Santander, y luego tomamos pinchos en Zarautz (lo escribo a la vasca), admiramos una vez más San Sebastián, en Poitou encontramos un lugar maravilloso (en Montboyer) y, desde allí, alcanzamos Saint Nazaire. En donde hube hermano y hubimos lo que los hermanos. Recorrimos las playas de aquel lugar –antigua base submarinos alemanes, de allí partió el que acabó con Granados– en Pornichet, La Baule....
La vuelta tuvo parada otra vez en Montboyer, Aubeterre, y luego en Bilbao –eso sí que es una ciudad viva–, para recalar en Comillas, lugar de largos veraneos familiares, ahora perdidos.
Fue grato, largo, familiar.... Lo dicen las fotos.
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