De los numerosos libros con versos ya publicados, el vate rescata la "Nota preliminar" a Calcetines rojos (Madrid: Calambur, 2004), que todavía se ajusta a alguno de mis modos de pensamiento y conducta. Lleva en cubierta las huellas -reducidas- de mi hijo Javi, que pisaba con calcetines rojos y dejaba huellas.
NOTA PRELIMINAR
Vivir produce vejeces, enfermedades, carencias, accidentes,
melancolías y otros tipos de inconvenientes previos a un desenlace fatal y que,
como vemos por el empeño de la gente, deben de ser menores que el placer que
produce vivir y vivir y vivir. Vivir perjudica peligrosamente la salud.
Bien es verdad que la travesía no nos permite demora alguna
y que no llevamos más compartimento que la memoria para conservar sabe dios qué.
Con la memoria y la imaginación maquinamos vida.
La imaginación no suele aparecer en todos los diccionarios
de filosofía, pero fácil es su definición: zona humana fuera de control, cuyas
desmesuras se intenta inhibir o reducir mediante el expediente de señuelos que
dirigen su actividad hacia algún cul de
sac.
Todo esto tiene que ver con la actitud marginada de la
poesía, en donde se cruzan memoria e imaginación para entregarse a tareas
reflexivas –comunicables o no– que no producen ningún bien digno de publicidad
en los medios –como se dice ahora– y que, en consecuencia, vocean solo de vez
en cuando a los oídos del corazón de algún individuo solitario.
Competencia de los poetas es, por tanto, resueltamente:
Dibujar el mapa de la incomprensión; restaurar la tristeza
natural; hacer causa común con árboles y plantas; conseguir no contaminarse con
las jergas políticas, religiosas y académica; fluir como el agua por entre
todas las cosas; guiñar el ojo a las damas o varones sin amor; no admitir a trámite
argumentos y sus derivados sobre la calidad geográfica de las personas;
tararear “cielito lindo”; evitar que los niños crean sistemáticamente y por
principio a los adultos; beberse con ruido una taza de chocolate; mirar y
mirar; mostrarse incompetente para casi todo; evitar que nadie enumere
funciones o virtudes de los poetas y sus consecuencias naturales, los poemas:
poner nerviosos a los que organizan; irse de picos pardos; hacer trizas; vestir
calcetines rojos pertinazmente; caer de bruces en brazos de los vicios; hablar
a solas; negarse a discutir si se dice “poetisa”;
ampliar el campo de lo que es gratis; conseguir que todo sea gratis; definir en
el diccionario de la rae lo que significa “gratis”; elegir con el presidente
del tribunal constitucional (o del
supremo) en un todo a cien unos calzoncillos floreados; dejar para la
posteridad un tratado sobre los usos del beso, delimitándolo adecuadamente del
mordisco; buscar palabras para las resonancias de la pasión; indagar el porqué
de la luna; pasearse por el verbo ser.
Creo que no se me ha olvidado nada.
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