Las selectas minorías que han pregonado el voto a H. Clinton emergían a su vez de las selectas minorías que entendían lo que estaba pasando, ya sea Jovi, Chomsky, etc. aquellas que han conservado y refinado un sistema de valores que cada vez está más lejos de la masa de población, preocupada por el trabajo, la sanidad, las condiciones de vida en general. Y esa masa de gente –en EEUU y en Europa, no digamos en el resto del mundo– ha seguido creciendo y barruntando que no todo es trigo limpio y que a su alrededor, y probablemente a su costa, crecía la desigualdad, que cada vez vivían más arrinconados, disfrutando ¿de qué?. Del espectáculo demoledor de mentiras, corrupciones, secretos económicos, multinacionales poderosas....
Algunas veces he hablado con presuntos votantes de Trump: no entendían nada más que su incapacidad para juzgar el proceso histórico hasta el final; no entendían más que lo que les enviaban de modo indiscriminado (televisión, red, vida social....): un mundo moderno que, en su ápice –riqueza, poder, facilidad de vida, etc.–, no les llegaba nunca, y al que no podían acceder, entre otras cosas porque les habían hurtado, sin que lo supieran, las herramientas para poder entender aquello, fundamentalmente la educación y la cultura. Su voto iba a ser un grito de rabia para que no siguiera siendo todo como ya era, y ni razonaban ni permitían que se les razonara sobre el cambio climático, la xenofobia, los juegos de capitales y acciones –no tenían ni lo uno ni lo otro–. ¿A qué seguir?
Indudable me parece que en Europa, y sobremanera en España, algo parecido está ocurriendo con esa masa informe, a la que van los siete millones del PP y varios millones más de Podemos, a la que le va a dar igual el exquisito análisis de las editoriales de prestigio, el razonamiento de las minorías bienpensantes, el saqueo y los robos de bancos, multinacionales y capitales.
Y a quien podría empezar a pensar en soluciones no las tomará, porque van contra sus intereses.
A ver.
Algunas veces he hablado con presuntos votantes de Trump: no entendían nada más que su incapacidad para juzgar el proceso histórico hasta el final; no entendían más que lo que les enviaban de modo indiscriminado (televisión, red, vida social....): un mundo moderno que, en su ápice –riqueza, poder, facilidad de vida, etc.–, no les llegaba nunca, y al que no podían acceder, entre otras cosas porque les habían hurtado, sin que lo supieran, las herramientas para poder entender aquello, fundamentalmente la educación y la cultura. Su voto iba a ser un grito de rabia para que no siguiera siendo todo como ya era, y ni razonaban ni permitían que se les razonara sobre el cambio climático, la xenofobia, los juegos de capitales y acciones –no tenían ni lo uno ni lo otro–. ¿A qué seguir?
Indudable me parece que en Europa, y sobremanera en España, algo parecido está ocurriendo con esa masa informe, a la que van los siete millones del PP y varios millones más de Podemos, a la que le va a dar igual el exquisito análisis de las editoriales de prestigio, el razonamiento de las minorías bienpensantes, el saqueo y los robos de bancos, multinacionales y capitales.
Y a quien podría empezar a pensar en soluciones no las tomará, porque van contra sus intereses.
A ver.
Pues sí!
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