La entrada va precedida por el comienzo de un relato de dos jesuitas, en 1575, que viajan de Manila a China; y terminada por otro semejante diez años más tarde en el que repiten una expedición similar. No los transcribo porque creo que se leen bastante bien. Los jesuitas cuentan con estilo simple (¡hoy nos fijaríamos en otras cosas!) tan extraordinaria aventura, que es además una de las primeras pequeñas expediciones a China, en este caso, como en muchos otros, desde Manila, es decir desde las Islas Filipinas, que son, a mucha distancia, las que mayor cantidad de documentación han dejado.
Ambos documentos se encuentran manuscritos en la Biblioteca Nacional de España, en numeración muy alta y, por lo que yo sé, en segmento sin catalogar. Desconozco si se han publicado, leído, etc. Por el momento, este erudito lector de papeles viejos, está terminando la catalogación de todos los manuscritos que contengan noticias o temas chinos de nuestra primera biblioteca. Nunca se ha hecho esa labor, que yo comencé, al mismo tiempo que otras en la BNE, cuando allí trabajaba oficialmente con mis grupos de investigación, a donde llegaban de vez en cuando y sobre todo en los últimos años alumnos de máster de nacionalidad china (coreana a veces también).
La literatura documental sobre China es relativamente rica, y no me refiero a la que está escrita con caracteres chinos tan solo, desde luego, sino a la que da noticia de aquella región y sus gentes. La introducción a ese catálogo del que hablaba pretende resumir los muchos aspectos que aparecen en ese campo y, espero, puede contribuir modestamente al conocimiento de esa parte de nuestra historia.... y de la historia de China durante ese periodo en el que se descubre y comienzan a llegar las primeras noticias.
Leer todo aquel tesoro es otra cuestión, la más golosa, sin duda. En el primero de los relatos que cito, verbo y gracia, cierta sosería de los jesuitas parece que nos aleja de aquella sociedad que tan peculiar hubo de parecer a sus visitantes europeos, quienes trasladan a términos españoles lo que ven: hay un "virrey" chino, rodeado de "capitanes", en una fortaleza, etc. No se alcanzan a distinguir más que las cosas que tienen su espejo en el mundo europeo (frutas, animales, costumbres, oficios, etc.), aunque por los entresijos de lectura tan sencilla se adivina lo demás: China ya era un lugar superpoblado, el comercio era total, la guerra era función primordial, las más de las mujeres vestían de seda, "muy parecida" la vestimenta a la de los hombres, eran tímidas y se escondían si se sentían miradas; el sistema jerárquico era evidente en toda la sociedad.... En realidad una lectura atenta descubre mucho más de lo que los jesuitas parecen contar.
Iré en breve a China una nueva temporada; me ha parecido adecuado, por un lado completar este panorama inédito sobre China; luego viajar en el tiempo al momento en el que comenzaron los primeros viajes de nuestros antepasados; finalmente ahondar en el conocimiento –histórico, cultural, idiomático– de China.
No sé si publicaré mi recensión –entre otras cosas por el desdén y desconocimiento de la nueva directora de la BNE hacia las tareas de la investigación–, pero sí que la puedo hacer llegar al que esté interesado en ella.
La entrada está ilustrada, como en otras ocasiones, por los propios manuscritos que integran mi catálogo.
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