1
Me tomo la
tensión por las mañanas,
si no ha subido
de catorce-diez,
puedo desayunar
café cargado
con sorbos muy
pequeños, mientras miro
por la ventana
el flujo de la luz
del azul pálido
o del gris cobarde
hasta el primer dorado, lejos, entre
nubes, que anuncia
el esplendor del día;
en las ciudades
la rutina sigue
con ceremonias
simples y domésticas
que no se suelen
referir en verso,
reservado para
otros gorgoritos;
sin embargo el
café y la luz dorada
y la tensión inspiran, si amanece....
2
A media tarde
se me fue a veinte;
es demasiado, avisan los prospectos,
hay que llamar
al médico de urgencias,
quien me pide que
vaya a un hospital;
se lo cuento al
taxista, que me responde
enumerando
cuidadosamente
lo que han
subido los impuestos
y lo mal que
les va con las tarifas.
En urgencias se
tiene que hacer cola
para
cumplimentar trámites varios
y argumentar
que la tensión subió
un disparate, y no, no sé la causa.
Me han dado un
número muy alto. Espero
en una sala, con
la tele puesta.
3
Tarde de
urgencias en San Rafaël.
La enfermera más
guapa no me atiende,
sino un doctor
grandote y rubicundo,
que logrará
bajarme la tensión:
Orfidal, aprovel,
captopril....
Por los largos
pasillos, entre batas
blancas, temores,
miedos y enfermeras,
va un hacedor
de versos con pastillas.
Espero que me
digan si me voy,
como todos se
van, a lejas tierras,
campos de la
luz, la lluvia, el barro,
donde los horizontes
se fabrican.
Ir con el
viento a deshojar las rosas
y esparcir el
olor a primavera.
4
Me espera un
largo mes de pruebas varias,
del
traumatólogo al tac y al cardiólogo,
de mi doctora
al dopper y análisis...
no hay que desayunar- respire- tosa–
las cervicales tienen mala pinta –
le vendría muy bien el ejercicio –
abandonar el tabaco y la bebida–
frutas -verduras - sin azúcar -nueces-
y evitar los disgustos sobre todo.
Son majos estos
médicos de urgencias
que me
aconsejan lo que puedo hacer,
todo se puede menos los disgustos.
Le pediré a
becerra que sonría
por los
pasillos cuando nos cruzamos.
5
Nadie me ha
dicho nada en este tiempo
sobre el
problema femenino, vamos,
sobre el tema
amoroso y alrededores,
que algo tendrá
que ver con la tensión;
yo creo que lo
dan por imposible,
que cada palo
aguante lo que lleva,
que ese es
terreno turbio y movedizo
donde la
medicina no interviene.
Así medito
mientras, a sorbitos,
tomo una taza
de eco con fructosa,
en pijama,
mirando cómo llega
el nuevo día
por el bulevar,
con la
esperanza de que la vecina
salga a regar
las plantas sin vestirse.
F I N
Olvide a Becerra y vaya a nadar cada día, arregla males y malosamores
ResponderEliminarYa hago muchas cosas de esas, de actividades, por más que a lo mejor el protagonista del microrrelato buen pudiera no ser yo. Gracias por el consejo.
Eliminar... un hacedor de versos con pastillas que es la monda lironda, jajaja
ResponderEliminarQué humor y qué gracia rezuman estos versos!
Pablo, hoy le hemos visto la carita al sol tibiamente! Al pobre no lo dejan ni vivir las borrascas y sus primas mayores las ciclogenesis.
No sé a cúantos km estará tu casa del mar, pero cuidadín que el mar está avanzando y recuperando terreno robado y los rios bajan más cabreados que nunca.
Ya inventaron un modelito de zapato con la punta en forma de aleta, como el que usan los submarinistas. :)
Cuídate mucho, bicos.
Es que en realidad era un consejo para el protagonista del relato ..., así que, si se decide a meterse en el agua, esperaremos que nos escriba las sensaciones y pensamientos del protagonista en otro poema-relato.
ResponderEliminarEstupenda matización, anónimo; ya nos entendemos.
ResponderEliminar¡Gracias!
A mí me asustas con estas cosas, nunca sé si te pasan a ti o al rapsoda.
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