Muy lentamente el cuerpo se retira
y deja su lugar a quien lo quiera;
conserva la dulzura, los amagos,
una vaga ilusión, quizá postrera....
como si alguien que fue como de paso
cuando llega el cansancio dispusiera
que las cosas se queden como estaban
y el sendero abandona a su manera.
Ya no importa el azar y su destino,
abocado a seguir por donde sea,
se cumplirá con la ración de tiempo
que poco a poco borrará sus huellas.
Estos versos.... no sé... quizá callarse;
como todo, serán palabras huecas.
De callarse nada! Se te está pegando la morriña del paisaje.
ResponderEliminarEstrella, ya sabes que este rapsoda dice cosas raras.
ResponderEliminarLlevamos una semana con sol a todo trapo.
Brazos
Por estos versos, y anteriores y posteriores, siempre ronda un alma que añora una presencia lejana, que reconoció el alma -por los versos, sí lo hizo, fuerte- pero no quiso o no pudo hacerlo la razón, o el cuerpo, ... y se le escapó. Al hacerlo, ahora en el cuaderno se leen versos a veces tan bellos y desordenados.
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