Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

sábado, 14 de julio de 2012

Cinco sonetos playeros, con sombrilla y toalla


1 
Me he olvidado el lápiz de los versos
justo hoy, vaya, que pasas por delante
con un bikini que enseña lo que ocultas
y se te ciñe al cuerpo como un guante.

Y pasas y te miro y me suspendo
y te pones los andares vacilantes,
aquellos que se logran con vaivenes
y que no hay ojos sanos que lo aguanten.

Pasa, mujer, con tu armonía pasa,
será mi turbación lo más discreta:
un gesto imperceptible y anodino,

un golpe emocional que me traspasa
y me deja un tiempo en la cuneta.
Y maldecir mi suerte y mi destino.


2
Este verso parece enamorado,
azules con puntilla y azucena,
verás que, si me pilla descuidado,
rimará con “amor” y con la “pena”;

el verso no termina ni aun cansado
de rumiar y rumiar esa cadena
y añora un corazón deshabitado,
no el canto que duele y enajena;

y miro al mar y al horizonte miro,
por todos lados la pasión que agobia
y no salgo jamás de adolescente;

y aun si protesto en el amor mi inspiro,
en lo mismo que me produce fobia….
Preferiría ser más indolente.

3
Un intelectual que no domine
las pasiones lo tiene en estas playas
complicado, por mucho que se afane
en mantener la dignidad, la calma.

Juncos adolescentes siegan la brisa
con la frágil dureza de las varas;
tensa el cuerpo maduro plenitud
cuando se entrega al roto mar que avanza.

Si medito, se rebelan reflexiones;
y si leo, las letras se atragantan,
que llevo abiertos en mis ojos viejos
dos ascuas encendidas, dos ventanas.

Y así he venido a ser lo que me ocurre,
lo que quiere la vida cuando pasa.


4
Las gacelas de varas más flexibles
siegan la luz cambiante de sus arcos,
se mueven con el viento como espigas
en un campo de mar azul dorado;

no parece que sepan qué les lleva
ni la emoción sutil que van creando
en el mapa interior de las querencias
que renuevan las playas del verano;

al desnudo se atreven las gacelas
tendidas hacia el sol o caminando
o en un bosque de espumas que las olas
entregan a estallido azul y blanco.

Gacelas en mis ojos por la tarde
que luego en mi recuerdo se han quedado.

y 5
Cuánto la vista queda regalada
al contemplar perfil y arquitectura
con que van sucediendo dulcemente
las láminas del aire en tu figura;

sabe el mar que tú pasas por la orilla,
por eso salta, se abre y transfigura,
serenidad templanza y ansiedad
atrapados al fin en compostura;

aquellas que no son las de mirarte
no son razón de estar, no son cordura,
tanto reposa ser con tu presencia
qué gota de pasión breve y madura

culmina todo lo que siento y canto:
ya tengo en mis ojos la hermosura.



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