Esas van a ser las dos razones por las que este cuaderno va a ser durante unos días algo más irregular; no sé, además, cómo podré conectar con la red, aunque lo voy a intentar. Hay lugares de la Peninsula a donde no llega plenamente la civilización, y el agua sigue siendo de pozo, la luz de poste de madera semitumbado, sin alcantarillado... Los aldeanos hablan de otra manera, mucho más fresca y natural; algunos todavía no imitan el tonillo "castellano" de la TV. Cosas mejores hay y cosas que no lo son también.
El mar anda cerca y estas primeras tardes de julio se alargan hasta casi la medianoche, ya se ve que las palabras han de ser elásticas.
Y uno pierde la conciencia urbana, la sensación de ciudad.
Una de las fotos muestra que el sol cae al mar.
Todo va al mar. Claro.
Por cierto, la tele no llega; y a veces para hablar por teléfono hay que salir de la casa y subir alguna cuesta.
Qué delicia, Pablo. De todas formas nos das demasiada tarea. Habrá que volver a tus antiguas entradas en este mes de Julio. Afortunado tú. Disfruta!
ResponderEliminarBienvenido al club de las malas comunicaciones, Pablo; sólo que yo, sin mar. No se puede tener todo. ¡Feliz veraneo a la antigua!
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