En mi campo de trabajo –la poesía española de los siglos XVI-XVII– se ha puesto de moda el "canon". Ya son tres los libros, artículos aparte, que he recibido sobre el tema, jalonan el periodo, pues se refieren al siglo xvi, al xvii y al xvii tardío, y engavillan más de treinta trabajos sobre géneros, obras, autores... Detrás de estos trabajos sistemáticos están Begoña López Bueno y Pedro Ruiz, es decir, dos de los críticos más sólidos, prestigiosos y activos dedicados al periodo. Y alrededor de los dos, en Sevilla y Córdoba, lo más granado de la filología española, con algún préstamo de buen hacer venido de lejas tierras, como los de Isaías Lerner, Lía Schwartz, etc. Del canon de Quevedo se puede decir más de lo mismo: M.Candelas (Vigo) y Rodrigo Cacho (Cambridge) hablan de su poesía.
Reseñaré el libro para revistas sesudas del gremio; de hecho es una de las tareas que tenía reservada para este verano que, por cierto, en el noroeste de la Península, en donde estoy, viene siendo espléndido, sin que peleen a muerte lluvias, vientos y soles, como suele ser habitual. Está ganando el calor, las playas, el sol. A mí la cuestión del canon se me está planteando de manera muy práctica a propósito de una de las asignaturas que tradicionalmente enseño en mi universidad, la de Poesía española actual, que además suelo compartir con jóvenes colegas que me enseñan lugares nuevos que yo no conozco, en donde la poesía actual busca arduamente su modo de decirse. Creo que a una de mis colaboradoras en este campo no le gusta que yo vaya enseñando vergüenzas en el blog, de manera que no citaré ni su nombre ni otras gracias suyas fundamentales, sobre todo y por ejemplo, que acaba de publicar nuevo libro de poesías, que no encuentro aquí, tan lejos de la civilización refinada, comprometida, libresca, sabedora solo de cosechas, bosques, mariscos...
El canon en la poesía española actual termina por plantear la nómina de obras o autores que representan lo que ese título dice. Y el canon de la actualidad está sometido, como todo el mundo sabe, a los huracanes de las modas, el comercio, los medios de comunicación, el mercado, los premios... y demás excrecencias que no permiten ver bien, que interfieren sobremanera el deseo de llegar a objetivar y definir lo que es poesía española actual.
Dos cosas hemos hecho para cumplir con tal programa sin experimentar la sensación de engaño, falsedad o equivocación. Por mi parte, he reelaborado –ya dije que llevo más de diez años con este tema en situación docente– listas y listas de poesía actual, para ofrecer un "canon" (vamos a ello) de medio centenar de nombres de poetas que escriben en lengua española hoy, dicho de modo macabro: que están vivos. Recojo cuidadosamente nombres de los huracanes mentados (premios, propaganda, planes, etc.); pero expurgo muchísimo y no digo ni quién ni qué; y añado, desde luego, nombres que no aparecen casi por ningún lado. Pondré ejemplos, para pillarme los dedos y comprometerme, que es lo que al cabo sirve.
En mi lista de este año están se encuentran nombres bien conocidos como Pablo García Baena, Guillermo Carnero, María Victoria Atencia, Luis Alberto de Cuenca, Luis García Montero, Miguel D'Ors, Antonio Carvajal, Juan Gelman...; pero no están otros muchos que ocupan habitualmente los lugares desde donde se vocea que es la poesía española actual. Y añado bastantes, bastantes de los que no aparecen nunca o casi nunca, como Rafael Juárez, Javier Yagüe, Carlos Piera...
He de decir que el programa, que siempre publico, y también lo haré en próximo blog, después de haberlo colgado oficialmente, por si las moscas, se suministra para que los alumnos inscritos elijan un nombre a su sabor, lean su obra, particularmente un libro reciente, y extraigan los ejemplos adecuados para exponer en clase un panorama sobre su modo de hacer poesía, a partir de esa lectura, que todos compartirán. Y el consiguiente diálogo colectivo. Algunos nombres derivan de esa circunstancia colectiva. Este año, por ejemplo, quiero incorporar textos que se difunden en RAP (hubo un "blog" anterior que lo explicaba), lo tengo pendiente.
Queda la otra tarea, la de mi colaboradora, que conoce mucho mejor que yo los lugares hacia donde la poesía actual le gustaría salir o borrarse o producir sabe dios qué; la estructura teórica de sus clases y la nómina consiguiente, que ya me ha remitido, es sumamente interesante, y también la expondré, cuidadosamente, en próxima entrada, después de someterla a su mejor juicio. Porque este canon ya va muy largo.
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