Intenso olor y dulce de la higuera
que cada agosto entrega su fragancia
al huerto que cobija los recuerdos
junto al muro de piedra de la casa.
Otra vez en las manos las camelias,
los laureles prendidos entre zarzas,
los mirtos, heliotropos, avellanos…
todo lo que el invierno olvida o guarda.
Otra vez en la tierra abrir los surcos,
podar los árboles, trenzar las ramas;
raíces que se fueron a la tierra
el agua buscan y hacia la luz se alzan.
Retorna el tiempo y las labores siguen.
La higuera vuelve dulce y perfumada.
De lo mejor que he leido. La foto es hermosa pero el poema no la necesitaba.
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