Mientras avanza la mañana suena la guitarra de Micó y se desgranan sus versos en voz de Marta, hasta llegar a los serventesios finales: "Como en aquella tarde, ya se han ido / los pájaros, las risas, los amantes, / y en una absurda sucesión de instantes / veo la transparencia del olvido". Menos mal, por fin se pueden escuchar, primero, y entender luego, las letras de las canciones; lo que no es poco en el panorama actual, aunque está en la tradición de los denostados y premiados a la par, de Bob Dylan a Leonard Cohen, por ir de hoz y coz a la actualidad.
Algo debe pasar con la música actual, que perdió definitivamente el texto y se abrió al grito melódico –o no. ¿Tendrá esto que ver con el deterioro imparable de la cultura del público, con el proceso de degradación cuidadosamente programado, por ejemplo por la TV? Y de su mano, el tortuoso camino de la poesía hacia los cenáculos ¿tendrá que ver con el abandono de la música como compañera?
El caso es que es una las cualidades del nuevo disco de Marta y Mico ("Memoria del aire") es esa, y no la única, pues han cuidado sobremanera el diseño, en donde los óleos de Pedro Canabal, supongo que uno de ellos de la cubierta, contribuyen al placer de aquel objeto, que contiene, desde luego, los textos: décima heptasilábicas, alejandrinos, milongas, estribillos rompedores (Brindis), etc.
Noticia doy, mientras vuelvo a poner el disco y vuelven a sonar los endecasílabos agudos (¡qué atrevimiento!) con los que se cerraba el disco: "Como en aquella tarde, ya se han ido / los pájaros, las risas, los amantes...." ¿Se han dado cuenta? Se han dispuesto en el mismo lugar de la alegría pájaros, risas y amantes; no siempre se canta así, ¿eh?
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