Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

viernes, 23 de diciembre de 2016

Jinghong


En el aeropuerto de kunming, puerta 43, donde se embarca para Xishuanbanna, que se acorta en banna, se presume de productos de la tierra con multitud de tiendas de baratijas, escaparates llenos del "puer cha" y un muestrario de frutos exóticos. Los retrasos de más de nueve horas en el nudo de Peking me han obligado a pasar la noche en esta ciudad "de la eterna primavera" -25 grados ahora, por la mañana- que ya conocía, en la que, pese a los dones de la naturaleza, todo el inmenso y moderno aeropuerto y otros edificios públicos se han llenado de flores de plástico, contradicciones que no afectan a los chinos, menos aún a los de Yunnan. 

Me he ido despojando de ropa según bajaba hacia el sur y guardando camiseta, jersey y chaquetón en una maleta diminuta, cuya mitad ocupa mi chaquetón, adquirido en rebajas de Madrid, de mango, pero con  una etiqueta que reza "made in China".  A lo mejor lo fabricaron los mismos que las flores de plástico. El mundo está ya muy a su aire.




Lo que más se nota en el descenso hacia el sur es el cambio racial, no en vano Yunnan es el hogar de muchas minorías étnicas y, según se dice, el 85 por ciento en Xishuangbanna lo son, dominando los Dai, que son fáciles de identificar si se sabe que forman mayoría en la vecina Tailandia, el país de los Tai o Dai. Tengo pensado visitar algunas de sus aldeas. De tez más oscura y rasgos más redondeados en la cara, muchas veces con pómulos salientes, pelo cobrizo, a mi modo de ver falta en ellos el contraste de líneas y rasgos de los Han (los chinos, propiamente), por ejemplo entre tez pálida y cabellos negros; creo que su carácter es también diferente, al menos a mí me resultan más alegres, más orgullosos de sus orígenes o, quizá también, más primitivos en la conservación de hábitos y costumbres, incluyendo todo lo que les hace atractivos a los turistas, sobre todo para los turistas interiores, de la propia China.


El viajero ha de tener cuidado, porque no sabe si puede hacer una foto a la Dai que, a su vez, me está haciendo a mi una foto, o al niño que juega con un ordenador envuelto en preciosos trapos de colores, porque lo primero que se observa como productos de la tierra son las telas, las piedras (jade especialmente), el té puer, toda la infinita gama de setas, hongos, etc. que se suelen vender desecados, y la variedad de pescados, que proceden el río Mekong. Una de las fotos muestra a un presunto pescador recogiendo en un gran colador a los peces, que se mantienen vivos, incluso en el restaurante.


A su lado, llaman la atención las tiendas y productos que proceden de la tecnificación industrial, por ejemplo el historiado carrito para transportar maletas en los aeropuertos, que contiene información universal y diseño aerodinámico; o la tienda par relajarse en sillones semovientes en las que te calzan gafas tridimensionales mientras se exhala algún tipo de perfume....y todos con su teléfono de última generación que les sirve como compañero de vida (compran, venden, hablan, comen, piden, miran....). Aunque parezca mentira, todavía no hemos llegado a tanto.


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