Durante estos días estoy trabajando, intensamente, en la vieja historia del mutuo descubrimiento España-China y China-España, lo que ocurre a lo largo de la segunda mitad del siglo XVI, si hacemos excepción de Marco Polo, de mano de los primeros navegantes y de las ansias evangelizadoras de agustinos y franciscanos primero, de jesuitas y dominicos enseguida. Afortunadamente la documentación histórica, desde la perspectiva española, es muy abundante y –lo que es más interesante– su acceso es cada vez más fácil, sobre todo por los procesos de digitalización, por ejemplo los de PARES y, dentro de PARES, los del Archivo de Indias; apuntalados por decenas de documentación dispersa por todo el mundo. El problema ahora se plantea de otra manera: leer y asimilar toda aquella documentación, trabarla, reconstruir la historia, etc., además de otros problemas más técnicos (paleografía, idioma chino, etc.)
La primera semana de marzo, después de haber trabajado en lugares varios de rica documentación, como el Archivo del Museo Naval (Madrid), la Real Academia de la Historia y la propia Biblioteca Nacional de España; y después de haber visitado el Museo de América y el Museo Naval, en donde se exhiben muestras de los descubrimientos del Pacífico, hurgaremos –me acompañara investigadora china, por si hiciera falta– en la Biblioteca del Palacio Real, que conserva una de las colecciones más ricas de fondos americanistas. Es verdad que los referentes a "La China" son menores y andan siempre mezclados con los del Pacífico, como corresponde a una tierra cuya grandeza e inmensidad aun no se conocía.
Nuestro punto de partida son los primeros viajes a tierra firme, desde la isla del Salvador (esto es: desde Filipinas), que vamos a editar dentro de poco en Clásicos Hispánicos. Y nuestro punto de partida cartográfico es este precioso y difícil mapa que se conserva en el Archivo de Indias (para su lectura conviene irlo girando).
Se trata de un mapa con las consabidas deformaciones históricas; todavía no han dibujado aquellas tierras Ortelius, Mercator, Blaeu... (desde comienzos del siglo XVII lo harán) ni se han descubierto por los europeos tierras del hemisferio sur, como Borneo o Nueva Zelanda. Se puede comparar a este otro (de mediados del siglo XVIII), de Filipinas, cuyo original se exhibe en el Museo Naval ahora.
En próxima entrada publicaré, como muestra, dos documentos breves de los aludidos. Y con todo ello preparado, volveré a viajar a China en breve.
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