La felicitación
de navidad
no me ha
llegado; ¿se traspapeló?
La mía
terminaba como siempre,
con un abrazo y un cordial saludo,
en donde era
imposible adivinar
los largos
besos que iban descendiendo
hacia el sexo,
camino de la seda,
mientras tu
mano recogía el mío.
No sé por tanto
si me habrás pedido
que vuelva a
recorrer la piel del vientre
y que sin prisa
me detenga luego
hasta sentir
que la humedad rezuma
y emprender en
un solo cuerpo el viaje
que tantas
veces hemos hecho juntos.
¡¡Hala!!
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