Qingdao, playa número 1 |
el faro al final del espigón (Qingdao) |
Toda esta batería de disquisiciones a cuento viene de que he andado dando vueltas a mi nuevo nombre, lo que puede empezar por escribirlo con caracteres chinos, lo mismo que hacíamos de pequeños escribiendo con caracteres griegos o he visto que luego se repetía con caracteres árabes, hebreos.... 保罗, 巴勃罗, etc. es una mera cuestión fonética, que solucioné en un largo paseo al faro de la playa número 1 de Qingdao, lugar grato, que se levanta al final de un largo espigón y se erige a modo de pagoda, con techumbre coloreada y sistema de arcos chinos en madera rodeando el faro.
Lo visité, y además de las muchas tiendas –siempre muchas tiendas– que dentro había, en un rincón una chica escribía delante de sus clientes en maderas de función diversa (bandejas, carteras, platos, llaveros....) el nombre de quien compraba el objeto; de manera que a ella me fui y le pedí que grabara mi nombre y que si me dejaba fotografiarla mientras lo hacia, con tinta "china" naturalmente. Me dijo que sí y me pidió que eligiera el objeto. Me perdió mi raíz pedante y elegí un llavero en forma de libro. Me lo entregó después, con una frase que explicaba algo sobre otra leyenda o dibujo que añadió... y que no entendí y no me atreví a reiterar como pregunta, pues había gente esperando.
Mariscadores entre la playa y el faro |
A pesar de ser festivo, o quizá por eso mismo, la gente que acudía al hermoso paseo marítimo, bordeando la playa, prefería cualquier otro diálogo con el mar que el del baño: los que bajaban a la arena era para mariscar en las rocas; abundaban los pescadores; el resto eran paseantes, que quemaban su excursión o últimas horas de un viaje –la estación de ferrocarril está muy cerca– en las cercanías del mar.
En cierto modo, había sido mi día de bautismo.
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