Nadie hace mejor las berenjenas que los chinos |
La ventolera de cocina, cocineros y demás se ha ido acrecentando, quizá por eso me resisto a seguir mi inclinación natural a trajinar con manjares y recetas; pienso que la hora de mayor audiencia en casi todas las TV se trata de manera sistemáticamente frívola. Casi mejor, habida cuenta de la degradación de "Informe semanal", que tiene pretensiones de ¿sería? Pero, ¿qué es lo que no ha venido degradándose sistemáticamente en nuestro entorno? Con la habilidad, además, de que nadie se percate –eso es la diplomacia del sistema capitalista o neoliberal, como se quiera llamar– y varios millones de españoles no acusen la degradación de la cultura, la sanidad, la información correcta, la educación, el sistema judicial, el sistema de urbanización, el incremento salvaje de las grandes compañías (agua, luz....) etc. Lugares hay en donde sí se ve, todavía, algún tipo de lucha: lo hay en el nuevo periodismo libre –creo que merced a los artilugios informáticos; lo hay muy tímidamente en alguna cadena de TV, obligado es citar la sexta, obligado es citar la marea blanca; quizá lo que hacen ayuntamientos como el de Palma (¡cables de alta tensión enterrados!, zonas urbanas acotadas....), el de Madrid (aunque sigue subiendo el IBI de modo incontrolado), no conozco muy bien el de Barcelona, etc. pero posiblemente están intentando poner coto a la mercantilización absoluta, que nos ha traído el gobierno del PP, el gobierno de los ricos para los ricos y caiga quien caiga.
En ese contexto, cocina, Bustamente-Bisbal (¿cuándo van a dejar de entregarles cinco minutos en cada "Corazón" de TVE), confección, bailes folklóricos, etc. son la golosina para mantener entretenidas a las gentes.
Digo todo esto a costa de la cocina, en donde he andado de aquí para allá durante los últimos tiempos; primero por una cuestión relacionada con la cocina china, de enorme calidad y variedad cuando es buena –como la española y otras–, que está alcanzando en Madrid un cierto grado de excelencia, sobre todo porque mantiene y fomenta lo que siempre, dicen, fue característica suya. No es cosa a estas alturas de entrar en más detalles, incluyendo el rosario de excelentes comedores chinos en Madrid capital, a uno de los cuales (el restaurante Sichuan) pertenecen las fotos de esta entradita.
Lo otro es por la reverencia continua a modos de cocinar que eligen lo que está lejos y sabe regular frente a lo que está cerca y era, cuando se hacía bien, el curso del producto natural, vendido en el mercado, cocinado fresco y servido en la mesa cada día. Dicho sea en el tiempo de las almadrabas, las naranjas y los espárragos, cuando se avecinan (¡oh gloria!) los gazpachos. De ese cariz las pastas o los zumos, verbo y gracia. Frente a las pastas industriales y los zumos de no se sabe qué exactamente, ofrezco –lo hice ayer– el plato vegetariano con guisantes guisados (pimientos, cebolla, puerro, zanahoria....) y luego pasados por la sartén en la que se ha batido un huevo, que servirá de base a ese plato. Entre nosotros se prefería esa base –la del huevo, a veces discretamente enharinado– para lo que luego se presentaba a modo de coca o pizza, que tenía sus lugares (la costa mediterránea).
No me digan que no me ha servido la canción con mandil para atacar a la mercantilización e industrialización de la vida natural. Anduve el año pasado en países como Finlandia, en pleno verano, en donde tomarse un tomate o una ensalada era un imposible, y en donde vendían las frutas por unidades (una naranja, un euro).
Que esto se quede así.
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