Todo un frente de siete u ocho salas ha concedido el Centro de Arte Reina Sofía a una exposición del cubano Wifredo Lam (1902-1982), que sirve para que el visitante deambule de una en otra sala, desde los cuadros postimpresionistas de los años veinte hasta la recuperación de la luz y el color –italianos– de los años finales, después de una larga y tortuosa travesía en la que se puede contemplar la lucha del artista por expresar qué en medio de la maraña artística e histórica del siglo que se fue. Y aquella travesía, enredada en dibujos cada vez más espesos y redes zoomórficas, que mantienen casi siempre las turbias raíces de la vida, atraviesa constantemente la oscuridad de zonas que se exploran y se complican cada vez más. Toda una metáfora de la densidad ideológica del siglo XX.
Parece natural si se sabe que el artista cubano atravesó biográficamente –como casi todas las biografías– espacios de aprendizaje (en Madrid, desde 1920, aproximadamente), de contagios (en el Paris de hacia 1938, luego en Marsella), de lucha y amargura (la guerra civil en España, la primera gran guerra, etc.) y encuentros y desencuentros con sus propias raíces caribeñas (volvió a la Cuba corrupta de los años cincuenta). La exposición, con abundante documentación biográfica, sirve también para trazar una determinada línea biográfica, que el artista cubano cumplió totalmente, pero que en otros casos se truncó en algún punto: estoy pensando en César Vallejo, pero también en Larrea, etc.
La paulatina y radical negación del paisaje, de la figura humana, de la escena ha dejado lugar –se atraviesa el postimpresionismo, el expresionismo, la abstracción....– a un proceso de figuraciones esquemáticas cada vez más enmarañado y oscuro, en el que aparecen con frecuencia motivos de mundos culturales lejanos, cada vez más repetidos (el pájaro-ave, el hombre tendido, elementos zoomórficos, máscaras, la deformidad del cuerpo femenino....)
En esta brevísima noticia de tan interesante exposición se ha respetado el orden cronológico de los cuadros, de antiguos a finales. Excepto en los dos que encabezan y terminan la entrada, que son de sus años finales (hacia 1980), y en los que se recupera algún tipo de claridad, por el vaciado del dibujo, y se recupera nuevamente el color y la luz.
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