Hangzhou. Se puede elegir cualquier paseo, en cualquier jardín, por cualquier puente, en algún islote.... que sea donde sea acompañará la belleza del lugar, en donde plantas, flores y senderos han sido aderezados para que el visitante se serene, recoja el tiempo que le queda, y piense mientras mira –según qué estación–: la isla de Xiaoying y sus tres lunas; el puente del jardín Quyuan; los jardines de Huanglong, de Huagang; las pagodas (Baoshu Ta y la de las seis armonías), las colinas lejanas, los siete escenarios.... Quizá abruma tanta armonía y tanta belleza, como cuando uno termina –nos vamos a la vieja Europa– una jornada de museos y monumentos. De vez en cuando se necesita mirar lo que sucede en la calle de al lado y distraerse con algo que parezca nimio o sin importancia.
El viajero ha llenado esta entrada con fotos de una de las zonas más hermosas del parque, al noroeste del lago; durante estos días, más o menos por allí, he ido puliendo una "Cancionero de Hangzhou", que ya veré lo que haré con él.
En otro lugar de este mismo blog y con motivo de otra estancia di noticia del santuario de Huanglong, en donde se reproducen sobre pizarra todas las tradiciones poéticas del lago. Ahora, solo paisajes, recodos, jardines.... aunque la primavera no ha hecho más que asomar.
Cuando sobe ese escenario, además, sobreviene el atardecer en día de sol, la cosa se pone casi empalagosa, pues el lago del oeste no solo recoge el sol en las colinas lejanas, también lo dora y deja una estela amarilla y plateada sobre la superficie, en la que, desde el verano, las plantaciones de lotos añaden la guinda de una escena digna de los mejores poemas románticos, que miles de fotógrafos –entre ellos, nosotros– recogen sin piedad, en espera de que, con la noche, Zhang Yimou nos entregue su espectáculo de luz y sonido.
Los jardines chinos, como he explicado alguna vez, son parte naturaleza y mucha parte imaginación humana: en general gustan los jardineros de quebrar el jardín con piedras y rocas, de jugar con el agua, y de medio construir galerías, techumbres, paseos, puentes.... El jardín queda domesticado por el hombre, como lugar de placer controlado.
En cuanto a lo que allí aparece: ya se ve, sobre todo los sauces inclinados sobre el agua, los árboles de flor –muchos cerezos–, los espigados y extraños eucaliptos, muchas aucubas, ibiscos, salvias, etc. La floración todavía no ha llegado plenamente, pero se anuncia.
Una barca rema hacia el puente del jardín Quyuan cuando lo cruzamos.
Muy ameno, muy interesante ... muy bien ilustrado. Buena guía de un buen viaje el que hizo usted. Que siga disfrutando de la vida en cualquier parte y de la escritura de versos y textos. Salud y anarquía.
ResponderEliminarGracias, anónimo.
ResponderEliminarGracias, anónimo.
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