Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

domingo, 17 de noviembre de 2019

Elecciones y compromiso



Lo que más me sorprendió de mi día entregado a las elecciones fue la juventud de chicos y chicas del PP,  que había muchos, y la moderna belleza de una estilizada policía que turnaba sus estancias con otros compañeros. Bien está, porque eran dos prejuicios que necesitaban corregirse con la realidad. También abundaban los "apoderados" de Vox, quizá los más numerosos, que no resultaban tan uniformes y amigaban, a veces, con  los de PP. "A mí , lo que me alucina", decía un joven estudiante de derecho del PP, en conversación con otro apoderado de VOX, "es que nos llamen "fachas". Hablé mucho, durante aquel largo día, como "apoderado" de Podemos en los varios lugares a donde me destinaron, Central, San Isidoro, Quevedo... 
Fui de madrugada, en mi "bicimad", aunque Google –que ya está haciendo casi todo mal– no daba los estacionamientos cercanos a mi colegio, tan solo los antiguos –al del rincón del Retiro fui–, y no el que estaba, en la calle Granada, al lado de mi colegio. Google ya hace casi todo mal, porque su buscador coloca en primeros lugares al que más paga y no señala a los que no pagan; ya lo diré. Y porque miente descaradamente: por ejemplo si le pides "vuelos directos a Chengdu, China", te ofrece en primer lugar compañías  como Iberia (que no vuela directo) y no aparece Beijing air linea (que sí lo hace). Etc. Ya hablaremos de esas miserias.


Vuelvo al día de marras. Eso sí, sin pizca de pasión puedo aseverar que calaron en mí, profundamente, los tres "apoderados" de Podemos con los que hablé: el matrimonio de Covadonga (ella, maestra con mucha historia a sus espaldas; él, ferroviario cumplidor y trabajador infatigable), Victoria (desgarrada y cordial). Digamos que me encontré a gusto ejerciendo mi tarea de asesoramiento y control, que no fue extremado porque las maneras de la tropa de jóvenes –en su mayoría– del PP se sabían "todo" a pie juntillas, y porque eran ellos los que mantenían vigilancia sobre los de VOX. De manera que en tanto se recontaba, yo hice migas conversacionales con una apoderada de VOX, una especialista en informática, de mediana edad, a la que preocupaban lo mismo las "empresas" que la "clase política". Obviamente, convine con ella, pero no entramos en otros temas de educación, sanidad, etc. También deambulaban por allí los "apoderados" de Íñigo Errejón, que así les llamaba yo. Un poco tristes al cabo.
Enfrente, una plaza advertía de la casa de José Hierro, el poeta de "Alegría" al salir de la Guerra Civil, en eneasílabos que marcaban la distancia con los "garcilasistas".


En mi mesa y en general en mi barrio barrió el PP proporción 200), seguido a distancia (110) del PSOE, luego VOX (75) y luego mi tropa de Podemos (unos 60).... hasta llegar al vovo solitario de los "animalistas" y a ningún voto de otras formaciones, que uno no conoce porque todo se basa en publicidad y masas. 

Cuando llegué a casa con mi bicimad, tarde, cantaba la sexta los malos resultados para muchos y el triunfo de VOX. Devoré lo que pillé, porque en mi centro (calle Fuenterrabía), por mor de los turnos, hube de comer solo, un triste menú en Ruth, a  la vuelta de la esquina. De vuelta, comprobé con mis colegas del PP que ellos tenían su envoltorio de comida, que miré con envidia. Me ofrecieron, Diego, el estudiante de Derecho del PP cuyos padres eran de "Podemos" (eso me dijo) me ofreció compartir vituallas. Me pudo la dignidad y una pareja de policías que habitaban puerta y pasillos, los dos bien majos, aunque mis ojos reposaban una y otra vez en aquella maravillosa policía, rubia, estilizada, alta, cargada de "percings", de la que me hubiera enamorado perdidamente si el recuento hubiera entrado en la madrugada y yo hubiera podido perder mi condición de "apoderado de podemos enamorado de una policía". Torcidas vienen las cosas para los amores. Siempre estuvieron un poco torcidas, porque parece que esa es una condición para los amores que prenden.


Eso sí, como estuve en colegios y soy del gremio, husmeaba por los rincones de las clases, fotografiando los carteles de los niños, los menuses, los huertecillos, las consignas.... Tarea la más noble, la enseñanza, siempre que el/la profe determine claramente sus límites.

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