Hoy he ido, a la caída de la tarde, al primero de los conciertos del Jardín Botánico de Madrid, para el que se aunaban dos espléndidas circunstancias: uno de los lugares más gratos que conozco –e insisto conozco más de medio centenar de Botánicos de todo el mundo– y la iniciativa de un mecenazgo que forma y promociona íntegramente a nuestros músicos.
Había, en este primer concierto, ciertas irregularidades de poca monta, que se deben entender, entre ellas no haber encontrado la medida exacta de los altavoces –algo estridentes–, lo que, a su vez no permitía percibir bien la calidad de los solistas, un cuarteto, sobre repertorio muy asequible, como se ve por este programa:
Afortunadamente estaba bien organizado y había una persona amable ("Luis") que se encargaba de controlar casi todo. Hice dos tomas del lugar (la llamada "Glorieta de los plátanos", que yo suelo asociar a una haya roja) y de los músicos.
El espectador se salió a poco de empezar –me gusta la música clásica sin estridencia, a su medida–, y aprovechó para fotografiar peonía, lilas y otras maravillas de la primavera del Botánico
Antes de subir por el Retiro, con la bici del Ayuntamiento –cada vez funcionan mejor– me paré a oler una robinia, que perderán pronto la flor, rosa, como esta, o blancas, más olorosas.
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