Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

sábado, 17 de septiembre de 2016

La gran Biblioteca de Chengdu


En medio de la plaza de Tianfu, precisamente entre un viejo Museo de Técnicas y Ciencias y el Nuevo de Bellas Artes (2016) se alza la nueva biblioteca de la ciudad, un edificio pensado por su funcionalidad, pero que no desmerece del contorno. Se accede por unas grandes escalinatas y luego se abre a espacios, normalmente rectilíneos, muy luminosos, que van integrando las salas de lectura, de exposición, de almacenamiento de libros. Vuelve a ser una pena ese empeño por llenar de grandes flores de plástico el interior.... lo que se compensa con la luminosidad de todo el edificio y la comodidad de sus asientos y mesas.


En la planta baja, varias salas de exposiciones, pobres por lo que contienen, en conjunto, pero muy dignas. De ellas he extraído algunas ilustraciones.


No he tenido mucho tiempo de acceder a fondos y consultas, pues tenía que dar cuenta de otras muchas cosas aquella mañana, pero parece ser bastante rica en fondos actuales: el sistema de búsqueda he visto que estaba en chino (mandarín ) y en inglés. He tenido la suerte de que me acompañara una estudiante china, que me ha ayudado en las búsquedas y en el manejo de algunos procesos informáticos. Mi vanidad me ha hecho buscar un libro de título "China destruida...." No lo he encontrado.


Este viajero mantiene su calendario de visitas allá donde vaya, que incluye normalmente la visita a archivos y bibliotecas, aunque, como en este caso, no haya podido argumentar mis búsquedas en los ordenadores chinos, pues todo está informatizado. 
 

Terminaré, en compensación, con dos imágenes simpáticas, la de los abedules –de la exposición de la Biblioteca– y la de los niños, a los que se pasea y, presumiblemente, se educa en el manejo de la biblioteca, como debe ser. Y nótese que uno de ellos me está vigilando mientras tomo la foto: la verdad es que no se les escapa una.


Ya me parece un verdadero logro que una gran biblioteca forme conjunto con los otros restantes museos y se erija en el centro de la capital, como lugar de conocimiento o de desarrollo cultural.

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