Avisan las noticias, siempre teñidas de su qué político, que la RAE va a tomar papeles en el asunto de las promesas de l@s ministr@s y va a emitir informe. Me extraña que la RAE emita informe, porque la casa aquella es de las que constata, no creo que hayan cambiado sus supuestos.
Antes de que lo haga resumo algunas consideraciones, que suelen ser duras para el magín de los individuos, que así los llaman.
En el estado actual de la lengua española, cambiante, como siempre, se ha constatado que el género masculino es inclusivo, de modo que "ministros" hace referencia a masculinos y femeninos; y que "ministras" resulta marcado, es decir, se añade cuando se quiere aludir a género femenino. La gramática actual española funciona así.
Vayamos a la cuña. ¿Por qué funciona así? Porque históricamente el masculino dominaba, como el más importante (o lo que se quiera), de manera que se impuso gramaticalmente y la historia de la lengua española –y aun de otras– lo ha aceptado, de manera que, gramaticalmente, el común de las gentes naturalmente así se expresa, probablemente sin tener conciencia de que con tal manera se posterga al femenino: primero fue al real, luego al gramatical.
Cierto es que no podemos cambiar la historia, aunque sí mirarla con otros ojos; pero a lo mejor sí que se puede cambiar la gramática, por más que eso espeluzne a la RAE, por ejemplo, que no creo. De hecho, la lengua se transforma continuamente, y si no que se lo digan a Antonio Machado –tan de moda que hasta lo citan los políticos– que en su primera lección de Mairena se ríe de "eventos", verbo y gracia. Palabro que tiene un cortejo de voces más o menos absurdas que no abandonan los discursillos de los políticos; y ninguna tan feo y llamativo como las rupturas sistemáticas de acentos de palabras por acentos de frases del presidente (.... los sístemas démocraticos ábundan en prócedimientos...), que hace más por la ruptura de la lengua española que la invasión de los árabes.
Volvemos.
No se puede cambiar la historia, pero sí que se puede cambiar la gramática. Tarea ardua, porque hace falta convencer a la gente común que se invente otra economía lingüística y utilice los dos géneros.... o solo el femenino. Creo que en eso están. Sin embargo la lengua es "natural" y tiene su propia inercia.
El empeño es noble, pero el futuro incierto.
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