La noria de los tiempos trae cosas, algunas literarias. Andan de moda Galdós, Machado.... hasta aparecen en las citas de los congresistas o entre las preferencias del buen Rufián, junto a Cervantes y Rosalía y Sanz, el canto-autor, que se acaba de disfrazar de Rey Mago.
Este vate anduvo una mañana prendido del griterío del Congreso, en donde unos y otros se peleaban con ardor. Terminé como el famoso "Teruel existe", reconociendo que en el lenguaje de la gente normal, común, de vida diaria no se dan esas jaranas. La sensación que uno tiene después de semejante espectáculo es la de que "todos mienten" con el mayor desparpajo del mundo, aun a sabiendas de que el resto de los españolitos lo saben. Y que no queda más remedio.
Galdós, de moda. Con Lina Rodríguez Cacho, que me iba a entregar su antología de Joan Margarit --hablaremos de ello– acudimos a la BNE, para dar una vuelta a la exposición sobre Galdós, que no daba mucho de sí, aunque nos detuvimos un buen rato delante del corto –también de tiempo– que muestra a Galdós, ciego y viejo, jugueteando con su perro. Se habían traído de la sala de manuscritos muchos de los borradores de sus obras, pues allí están casi todas, copiadas para el centro canario de Galdós. Muchos libros, fotos conocidas y antiguas, imágenes de siempre, como la de Sorolla, y una rara nómina de escritores actuales, algunos de los cuales peroran su qué.
Los viejos mapas de Madrid no señalan prácticamente nada, ni siquiera la vivienda de la calle Leganitos, cuya Lápida –al lado del "Debate"– ha desaparecido.
Galdós es demasiado rico, amplio, extenso, profundo como para que pueda sintetizarse en tres salas oscurecidas atiborradas de papeles. Aun así.... me siguió conmoviendo la serie de esculturas de Victorio Macho, y entre ellas, la foto que recoge la asistencia del propio Galdós a la inauguración de su escultura, cubierto con una manta, en el Retiro. He pedido una semejante, entre flores y niños.
Los vaivenes ideológicos de los tiempos han venido zarandeando a Galdós, desde los garbanzos de Valle a las crueles recreaciones de Cortázar, que tampoco caben en las glorificaciones de los centenarios.
Recuerdo una vieja anécdota de Alonso Zamora Vicente, al que encontré una vez con alguno de los viejos volúmenes rojos de las completas de Galdós en Aguilar. "Estoy releyendo a Galdós", me dijo. Yo le contesté que acababa de comprar la edición de los Episodios ilustrada por Lafuente Ferrari. Don Alonso: "Galdós es lengua de calle".
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