La capital de la Rioja anda arrinconada al norte de la Península, entre vaivenes políticos y lenguas, incluso tiene mal transporte desde Madrid, pues el camino más corto, desde Soria, va de curvas y vericuetos y atraviesa –por arriba o por abajo– el Puerto de Piqueras; pero son cien quilómetros infernales. La otra opción, por Burgos, es más larga. En fin, el tren directo no sirve mucho para la capital de una comunidad. Y allí se llega, a un lugar rico, ordenado, de bullicio en calles y plazas, frío... esperando encontrar su huerta, sus vinos, los productos navideños. Todo se encuentra, y bastante caro, por cierto. Muy buenas serán las alcachofas, pero van a seis euros el kilo; las judías vedes, "finísimas", a cuatro cincuenta; las borrajas peladas a casi siete; las nueces "con sabor a nuez" (?) a más de siete y así todo. En los restaurantes hay que pedir la "menestra", y todo lo que se diga "...a la riojana" (bacalao, patatas, pimientos....) En la muestra van dos bacalaos, el de siempre, y otro con mostaza y miel, más innovador:
Acaban de salir de 25 años de PP y han caído en socialistas, pero he escuchado mientras desayunaba en la mesa de al lado, que "son los mismos", "que da igual", "que nada cambia"...
Llenas las cafeterías, con gente acomodada que toma pausados desayunos.
Caminé, por ver la ciudad, desde el centro hasta la facultad de Filología, una media hora, por los largos soportales de piedra que mi colega Francisco Domínguez Matito me asegura que son los de "Calle Mayor", la vieja película de Berlanga, que creí que se había rodado en mi Palencia natal.
Le dije que no me gustaba que Esteban Manuel de Villegas tuviera una calle tan desmedrada, rodeada de espléndidos agustinos. ¿Tiene Logroño un cierto "tufillo" pacato, como en muchas de las ciudades del interior peninsular? No lo sé.
La universidad, recoleta, limpia, lugar selecto de gentes selectas, me recibió con sol mañanero campos de lavanda y de romero preciosas hayas (que no se ven al sur, claro). Y luego un acto académico, noble, en donde un doctorando de la tierra nos habló de cómo se podría representar una obra de Lope, "Lo fingido verdadero". Había bastante público, por cierto.
Al final he añadido la foto de los académicos, gentes de bien que cumplen su función, como el Instituto de Estudios Riojanos, lugar de referencia para la cultura de la zona, que fotografié al paso.
Claro que también me detuve, muy cerca, en la tienda de productos riojanos, fundamentalmente de golosinas, desde los caramelos de café con leche hasta el mazapán de soto...., que de un pueblo cercano es. Se llamaba, extraño nombre, "golmajería". De verdad que no compré nada (pero porque estaba cerrada).
No dio tiempo a demasiado más, pues después de pasar por el mercado –casi todas las tiendas cerradas– volví a Madrid por el mismo camino vía Soria.
Las fotos que enmarcan el viaje recogen la piedra más hermosa, la catedral, la segunda, y el árbol, casi invernal, deshojado que no tenemos más al sur.