La peculiar orografía de Taiwan convierte a cada viaje en una aventura: un enorme macizo montañoso en todo el centro de la isla y zonas costeras que rodean las montañas, algo más amplias a norte (donde está Taipe) y al sur.
Cuando uno viaja en tren –y siempre lo he hecho en Taiwan– si atraviesa la isla se ve sorprendido entra la zona montañosa y el mar, tan estrecha veces –como al oeste– que el tren va por túneles y puentes, rozando los acantilados, como ocurre –y es famosa– en el condado de Hualien.
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