Como prometido, acudí al bullicio de la Plaza de España, en donde había una especie de feria con casetas relacionadas con China –cultura, artesanía, viajes...–; la espléndida mañana del domingo llenó la plaza, como llenó las calles de Madrid y, sobre todo, el Retiro, de manera que poco pude ver, aunque sí que intuí una cierta pobreza de lo que allí se exhibía, teniendo en cuenta a la comunidad que representaba y en el lugar que estaba, que presidía el enorme edificio de la plaza de España –vacío– que ha comprado, precisamente el magnate chino que también se ha hecho con acciones del Atlético de Madrid. Mundo confuso al que no llego a comprender, como la plaza, con mayoría de españoles, aunque pude encontrar un grupo de damiselas ataviadas, que me dejaron hacerles una foto. En ellas se ve la aglomeración, la imposibilidad de ver el escenario en donde presuntamente ocurrían bailes, cantos y danzas, la caseta de la Casa cultural de China (en otra de las fotos), la del Instituto Confucio..... Eso sí, me encantó ver las manzanas caramelizads y me quedé con las ganas de preguntar si las otras frutillas caramelizadas eran o no acerolas: había demasiados niños por allí.
Caseta del Centro Cultural Chino de Madrid |
La vuelta fue paseando, para acercarme a las Trinitarias, en donde se está montando otra feria más peligrosa, la de la búsqueda de los restos de Cervantes, paripé que ha engañado a muchos y estará dando dinero a otros más avispados, supongo que engañando a las ocho monjitas mayores que allí quedan todavía, para montar un teatro de aparatos y una auténtica monda, que nunca, nunca nunca dará resultado.
Hace unos años, pocos, el alcalde de Villanueva de los Infantes decía que tenía los restos de Quevedo en la caja fuerte del Ayuntamiento, disparate con el que trataría de ganarse alguna subvención. Y hasta acudí a un congresillo en La Torre de Juan Abad en el que se aireó todo aquello. Entonces dije al reportero de Informe semanal, que me entrevistó, que yo tenía hasta una foto (¡de 1920!) en la que se exhibían algunos huesos de Quevedo, y le aduje las razones para desconfiar de aquel montaje, que se ha repetido en el caso de Velázquez, Lope de Vega y hasta de Lorca, por citar solo casos muy sonados. Ya verán que pronto cae en el olvido: quedará la iglesia maltratada, el dinero evaporado y unos cuantos reportajes absurdos.
Están los restos donde la desidia los colocó: en algún lugar de la espaciosa españa; así fue si no les dejamos marchar, como a Antonio Machado, cuya conmemoración de la muerte fue la semana pasada.
Ya se ve que este blog –con su final anunciado para dentro de un par de semanas– se dispersa y se va de lo uno a lo otro, sin conseguir centrarse, como la vida misma, contagiándose de todo cuanto le rodea.
Es una pena que nos prives de tus letras, pero parece que ya lo has decidido y se respeta.
ResponderEliminarTe he contestado al email que me enviaste ya hace días. Te lo digo por si otra vez he acabado en la papelera, :)
Bicos.