Felipe Boso |
Como las uvas
del racimo van
los días poco a
poco desprendiéndose,
despojando el
espacio de color,
dejando el
esqueleto de las ramas,
pintando la
blancura del vacío
para que
soseguemos los paisajes,
y recojamos la sencilla
flor
de la
serenidad de limpio aroma
destilado al
pasar por los silencios
en el jardín de
las contemplaciones,
donde todo se puede
embellecer
y sabemos dejar
lo que se olvida
para que solo quede lo que ha sido
un motivo de
luz entre las sombras
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