Un clamorcillo se da, un clamorcillo de efusiones en torno a la candidatura de Ángel Gabilondo para algún cargo político de campanillas, al que optará aupado por un partido decadente y, me dicen, después de una maniobra poco noble en la que se ha derribado un elegido por votación. Huele a mezquindad ideológica.
Me traería sin cuidado lo que ocurriera en el seno de ese partido que tanto ha contribuido al sistema generalizado de corrupción que nos rodea; pero resulta que Ángel Gabilondo ha sido profesor en la misma universidad en la que yo profesé, también de humanidades, decano, rector y todo lo que se le pusiera por delante, y he conocido muy de cerca las mezquindades ideológicas de que es capaz, anteponiendo ambición a honestidad, simulación política a conducta personal.... La retahíla que podría seguir abocaría a una enumeración caótica, más allá de la de Leo Spitzer, que fue quien puso nombre a esa figura. Siempre tuvo el mismo significado esa conducta: defensa de la propia ambición en términos profesorales –con su qué de metafísico, que para eso dice que lo es–, defensa con palabrería subida de tono y quiebros retóricos que difícilmente puede conjugarse cuando, al llegar la hora de la conducta, hace de su capa un sayo y busca la vanagloria del poder.
He conocido esa conducta durante bastante tiempo, demoledora en el caso de la Universidad Autónoma, en donde se convirtió en pedestal metafísico incapaz de ver más allá de su ambición; mucho me temo que, llevado a Madrid –comunidad, ayuntamiento, lo que sea– se embadurnará otra vez de frases aparentes en las mismas fronteras de la inanidad, para dejar que los madrileños se pudran con sus problemas, de la misma manera que dejó que la universidad se precipitara a la decadencia y la corrupción, sin freno, la que ahora sobrevive, prácticamente incurable.
Es un político revestido de profesor, que para eso convirtió lo de ser profesor en chatarra.
También le conozco personalmente; pero eso no debería entrar aquí, en el juicio a la persona que predica lo que no ha sido, lo que no fue capaz de ser, y da un nuevo paso, quizá con malas maneras, sobrenadando penosamente en el país de ciegos de nuestros políticos.
Si es así se podía decir que es un digno representante de la sociedad actual y pasada.
ResponderEliminarSolo tienen una ideología: la que da el dinero.
No tengo ninguna duda votaré la candidatura de Ángel Gabilondo.
EliminarComo muchos miles más de personas, sin duda; ocurre, sin embargo, que esta vez, además del ideario político, que se suele airear, conozco y muy de primerísima mano la actuación pública y real de este candidato, y sencillamente, la aporto.
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