Había pensado no decir nada sobre ese tema, tan de actualidad, sobre todo porque en el escaso espacio de estos "medios" no se puede uno mover con justicia; pero me ha llegado la revista de "El diario", al que estoy suscrito, y he aprovechado para leer todo lo que allí se dice. Lo normal es que cada persona reaccione de modo distinto según el tratamiento del tema, sus vivencias e ideas, su perspectiva, etc. Lo normal es la diferencia y, por tanto, el diálogo para encontrar el equilibrio y alcanzar la convivencia.... de la gente, de los humanos, para plantearlo en términos casi animales, sean del género que sean.
Hago un inciso –y pido perdón por ello– para señalar que soy lo que ahora llaman "monoparental", desde hace más de diez años, y en mi casa, con un hijo pequeño a mi cargo, no ha entrado jamás nadie –de ningún género– a ayudarme a las tareas que se llaman "domésticas" (lavar, planchar, cocinar, limpiar, etc.), ni aun a otras. Me producen carcajadas esos noticieros españoles que muestran o entrevistan a varones cumplidos que se quedan en casa planchando, cuidando a los niños o limpiando los cristales.... ¿Qué idea tendrá de nuestra sociedad quien ha tramado esos programas y esa entrevista? A ese es a quien hay que perseguir, al que hay que educar y al que hay que degradar socialmente, para que no nos envenene. Porque la verdad es que conozco a mucha gente –¡pero hombres y mujeres!–– que hacen exactamente lo mismo. Y con algunas de esas gentes me cruzo, convivo, hablo, comparto la subida o bajada del aceite (acaba de bajar un pelín, el de oliva) y comparto cremas.
Por si las moscas: la última tesis que he dirigido ha sido sobre Clara de Campoamor, el año pasado; presidía un varón, con el que no he estado de acuerdo, por cierto y era "doctoranda" y ahora doctora. Miro con curiosidad a mi alrededor, por ejemplo en la editorial que organicé: hay más mujeres que hombres al timón; no me suelo fijar en el rasgo macho/hembra cuando de labores se trata, pero recuerdo tanto una lista (no me atrevo a poner sus nombres) formidable de hembras como de machos. "El Diario" y otras actualidades me sugieren ahora que lo haga. Bueno. Pero muchos de quienes lo proponen –sean machos o hembras– la verdad es que escriben mal, y van de los "eventos" a las "temáticas".
Trabajo en el campo de la Literatura, de la Lengua, etc. También he orillado la perspectiva actual en esos campos, porque me parece estéril. En el caso de los famosos femeninos de la lengua, que escucho también en emisoras francesas, inglesas, etc. voy con tirios ––digamos Pedro Álvarez de Miranda y RAE– en aceptar la tradición que la lengua común acarrea; y voy con troyanos –vamos a transgredir esa tradición y a incluir el femenino siempre que se pueda– en convenir que la lengua actual es un resultado de la imposición histórica de los hombres. Va a ser difícil retrotraernos históricamente.... pero es simpático que se intente, aun con todos esos errores.
En el caso de la literatura, el articulito de Belén Gopegui –novelista a la que admiro y leo– en la revista de El Diario, sugiere, como siempre, muchas cosas, y pasa sin ahondar por ese principio tan viejo y ahora combatido: el lugar del arte es el lugar de la imaginación, el espacio en donde pueden aparecer ideas, motivos, gentes, etc. que pueden contravenir nuestras normas sociales, que nos incomodan y nos obligan a pensar. Es una lección que habría que inculcar en toda la judicatura, particularmente en la cerrada mollera de tantos y tantos jueces, fiscales, abogados, etc.
Y soy hijo de fiscal. En un ramalazo final, dedico esta parrafada a Eduardo Jauralde, pater y maestro, uno de los fundadores de lo que luego se llamó "justicia democrática".
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