Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

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sábado, 28 de mayo de 2011

Unas gafas en la Iglesia de Santa Ana de los Lombardos

En esta itinerario errático que es la vida cotidiana hube de detenerme hace unos meses, el viernes ocho de abril, a considerar la historia de las gafas/lentes, ejercicio de investigación que me venía planteando el modelado de un busto de terracota de Quevedo que se conserva en la Biblioteca Nacional de España. Y de esa estación, las imágenes halladas de Georges Le Tour, Anielle Falcone, El Greco, Ribera y, sobre todo, la del famoso cuadro El Cirujano de S. Van Hemessen (+ 1556). "Sobre todo" va en la frase anterior porque su fecha es muy temprana.

En uno de los paseos artísticos por Nápoles visité ayer la Iglesia de Sant'Anna dei Lombardi, que es uno de los templos obligatoriamente visitados y vividos por Quevedo durante su estancia napolitana: data de comienzos del s. XV y había venido siendo siendo el lugar preferido por la corte aragonesa, que lo llenó de enterramientos, por lo que he visto, continuados hasta el siglo xviii. 

La Iglesia es feota por fuera, como se ve: en las gradas de la entrada había una pareja haciéndose arrumacos, y así salió la foto, adornada su fealdad con una nota de los nuevos tiempos. Por dentro resulta, sin embargo, deslumbrante, aunque no pude ver el grupo de La pietá de Guido Manzoni, del que decía un cartel que o se preserva o se pierde, y que no hay dinero. 
Pero sí pude entrar en la sacristía, obra de G. Vasari casi toda, y salita de conciertos de piano (estaban afinando uno), que es un ejemplo de decoración profusa con curiosos cuadritos de Nápoles, que hace falta mirar de cerca e iluminar (reproduzco algunos).

Al salir de la sacristía al templo, por una salita que exhibía un nacimiento, en una esquina superior, desde una ventana, un fraile nos miraba: era un fresco de Vasari; el fraile llevaba unos lentes en la mano, que ahora son, junto los de Van Hemessen, mi documentación más antigua (¿1540?) sobre est artilugio para mejorar nuestra calidad de vida, como se dice ahora.





No puedo exhibir estados de felicidad por tanta poquedad; pero al salir del templo, en la plazoleta, vi un mercadito popular de frutas, verduras y productos artesanos (quesos, embutidos....), y todo me animó bastante para el largo día de legajos que me esperaba en el Archivo del Estado. 
La fotografía del fraile, distante y curioso, está tomada desde abajo, naturalmente, pero el fresco se pintó para esa perspectiva:


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