Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Para corregir las silvas

Vamos a desarrollar algo más lo que ya adelantamos en la entrada anterior.


Habida cuenta de la estructura métrica de las silvas, fáciles son a veces las enmiendas. Traigo el ejemplo sencillo de la Silva B400, porque resulta casi directo. Así la leemos en Las tres últimas musas castellanas…. (1670), que va en la primera ilustración en facsímil y que sigue en trascripción:

…….

esto que te pregunto, y te prometo

de hurtarte al sol a fuerça de arboleda,

y de hazer, que te ignore

sed, que no fuere de diuinos labios;

y de que bruto, y torpe pie no pueda,

 mientras el sol la seca margen dora

hazer a tu cristal turbios agrauios,

darte he por nacimiento,

no qual naturaleza dura roca,

……



Ahora editamos el texto, en este caso siguiendo a Blecua

…….

esto que te pregunto: y te prometo

de hurtarte al sol a fuerza de arboleda,

y de hacer que te ignore

sed que no fuere de divinos labios;

y de que bruto y torpe pie no pueda,

mientras el sol la seca margen dora,

hacer a tu cristal turbios agravios.

Darte he por nacimiento,
.............


Basta con ese fragmento. Hay cuatro estancias en la silva de Quevedo, tal y como la leemos en Blecua. Por cierto, en la próxima entradilla de este mismo blog nos preguntaremos sobre quién es el que establece las estancias de una silva, ya que en el original de Tres Musas (1670) no existe ese espaciado, en tanto en el manuscrito Chacón –también lo veremos– se sangra a la francesa de vez en cuando, no coincide eso con Jammes, Carreira, etc. (ilustraciones dos y tres).

El caso es que a los versos que nos interesan anteceden dos pareados y suceden dos cuartetos; porque esos versos forman perfectamente un sexteto, a los que tan aficionado fue Quevedo, sobre todo en las primeras silvas, con esta forma:

11A     A de hurtarte al sol a fuerza de arboleda,

7b        y de hacer que te ignore

 11C     sed que no fuere de divinos labios;

11 A    y de que bruto y torpe pie no pueda,

11D     mientras el sol la seca margen dora,

11C     hacer a tu cristal turbios agravios



He señalado en negrita la rima del quinto verso “dora”, pues al tratarse de un sexteto sin versos sueltos, naturalmente que ha de ser “dore”.

Y así se puede hacer otras muchas veces, no solo con la rima, sino también con el ritmo del verso, con la sintaxis de la de los versos (las estrofas), etc.

La próximaentradita irá por ahí, señalaremos la infinita pericia de Góngora en las  Soledades.




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