el tono natural de las epístolas
repele la emoción que no proceda
de un parco pensamiento sosegado
que controla los versos y somete
los efluvios vitales y vaivenes
al modesto rigor de casi prosa
de modo que si llega o se aparece
en medio de sesudas reflexiones
la extraña imagen del coronavirus
envenenando a los que se pasean
con mocos a hurtadillas y con lágrimas
habremos de mirar bien qué sucede
y entrar a fondo en consideraciones
y no seguir como si nada aunque
nos perore maroto cada día
y particularmente que Casado
con sus saberes de universitario
no nos espete lo del mal poëma
porque no está tal horno para bollos
ni con el virus vamos a perder
el tiempo sobre todo con casado
ahora que nos dan prisa para ser
y habremos de elegir muy bien a quien
abrazaremos cuando seamos libres
porque tengo un vecino cuatro chinas
un par de médicos un enfermero
la cajera del super los que aplauden
a la ventana el perro del anciano
también le daré un ósculo a Marlaska
y uno largo sentido a salvador
Illa tan serio tan formal que no
no parece un sociata catalán
–que mal ejemplo que nos dio el iceta–
hombre con el que sueño cada día
y que se asoma a la pantalla para
anunciar muertos infectados conta
giados como este verso que he escrito
la gravedad de salvador serena
el magín como la oda octava en liras
de fray luis de león la tempestad
a la que sigue la palabra justa
y nos dispone a resolver las cosas
***
los confinados tienden a pensar
en los sillones y pasillos mientras
vuelven a consultar qué hay en el frigo
y si les da por aburrirse un rato
ya que se nutre la emoción de brumas
en las que el pensamiento no es capaz
de resolver lo que le envían desde
el pedestal de perorar en público
–que así me sale lo de los políticos–
recrean las escenas de su vida
recuerdan imaginan disparatan
un árbol agitado por el viento
el ritmo de la música nocturna
el aroma dulzón y empalagoso
de una noche estival mirando el mar
la soledad de un niño abandonado
los ojos asustados del enfermo…
***
y así va todo en este mundo extraño
disfrazados con máscaras y guantes
hurtados a los besos y caricias
sorteando los montones de cadáveres
y aplaudiendo a las ocho de la tarde.
***
inmensidad del desconocimiento
inabarcable dimensión humana
necesito palabras aun más largas
donde poder almacenar espacios
vacíos que jamás comprenderemos
acepto que los versos sean engendros
de la emoción y las palabras una
manera de traición a la que vamos
para disimular nuestra ignorancia
de animales heridos por el tiempo
que reconstruyen su pequeña historia
como si todo sucediera dentro
en un rincón oculto del cerebro
en el momento que nos decidimos
a imaginar que así sería el resto
para que la armonía tranquilice
nuestra existencia y ni el dolor absurdo
ni la felicidad incomprensible
impidan proseguir nuestro camino
nuestro camino que es el de llegada
la llegada con los ojos cerrados
con los ojos cerrados va la tarde
con su modo de ser siempre inclinada
para que fluya sin cesar la fuente
de luces que creció cada mañana
con los ojos cerrados va ya todo
luces fuego palabras barro piedra
y el mar del tiempo que al final aguarda
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