Me ha sorprendido la aceptación que están teniendo la exposición de carteles de moda, en todo el mundo. Hasta de la vieja exposición de Bruselas (Museo d'Ixelles), en donde se conservaban y exponían los carteles de Toulouse Lautrec, ha viajado algo más de medio centenar a Madrid y se expone en la fundación Canal. La exposición de Mucha, con notable éxito en el Palacio Gaviria de Madrid –y muy cara, por cierto– me la he vuelto a encontrar nada menos que en China, en el Museo de Guangzhou, con largas colas, en algo que está realmente lejos de la imaginación de Asia.
Probablemente todo venga del museo de Praga que centralizará la fundación del mismo nombre del artista checo. Y hay lugares en Madrid, por ejemplo la exposición del Liceo francés o la actual de ABC, en donde se abunda en este tipo de exposición. Los ramalazos alcanzan al cine: en uno de mis vuelos muy reciente alcancé a ver la película francesa de E. de Luc sobre Gauguin (creo que que todavía no se ha estrenado en España, en Francia ha causado mucha polémica, por la presunta pedofilia del pintor); los impresionistas son los que mayor cantidad de materia han dado al cine, con su biografía o con su época: Renart, Cezanne, Gauguin....
En todos estos casos juega a favor la conocida fascinación posterior por el arte que precede a la ruptura con la figuración o el realismo, dicho de otra manera, la que se va fraguando a lo largo de la década 1910-1920, con hitos tan significativos como Strawinsky, Picasso, el dodecafonismo, etc. Es como si el espectador moderno todavía se sintiera capaz, todavía capaz, de degustar ese desvío hacia no se sabe dónde, el impresionismo en pintura, el dodecafonismo en música, los primeros procesos de industrialización.... No anda muy lejos de lo que enseguida hará Warhol, cuya muestra se puede ver en Madrid (Caixaforum). De hecho, los grandes pintores impresionistas, como por otro lado el nuevo rumbo musical, se han integrado posteriormente como los grandes clásicos modernos, si es que no hay contradicción en decirlo así.
Entre los expertos se suele decir que basta con montar una exposición sobre cualquier impresionista para asegurarse la audiencia y el éxito. Basta con recorrer la decenas de exposiciones que recorren nuestros centros culturales y museos para darse cuenta de que eso es así. Algo tendrán que ver las recién abiertas de Sorolla, Fortuny (el Fortuny de los ú, etc.
Por otro lado, sospecho que hay algún proceso de "industrialización" o producción en serie de muchos de esos objetos; al menos muchos de los cuadros de Mucha en el museo de Guangzhou son o iguales –no lo he podido saber– a los que se exponen (¡simultáneamente!) en Madrid. Es de suponer que del original, se conservara o no, se tiraban decenas o centenares de copias, a lo mejor con cierta contención, para equilibrar su precio, como luego ya hemos visto que se hace en la llamada "producción artística" (con número de ejemplares numerados y firmados).
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