Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

jueves, 22 de febrero de 2018

Nocturnos, nocturnos, nocturnos, nocturnos....


Apaciguamos el día antes de dormir escuchando el primero de los nocturnos de John Field, que ha cobrado ya la costumbre de darnos dulce somnolencia. No salgo nunca de los nocturnos de Chopin, a cuyas decenas de versiones he dedicado algunas páginas en mi blog. Tengo la suerte de que algunos los toca ya a piano mi churumbel. La predilección, entre los otros, se va por el de Camille Pleyel (+1855); y escucho a veces con curiosidad los Notturni de J. Haydn (HH 25-32)…., que no terminan por sugerirme el encanto nocturno; pero, Chopin al margen, el que creo que mejor me produce la sensación de que todo puede ocurrir en una noche mágica es el andante “nocturno” de A. Borodin, que ocupa el tercer movimiento del cuarteto para cuerdas número dos. Es curioso, su melodía –creo yo– es bastante conocida, pero autor y obra andan más o menos ocultos. Todavía tengo que aprender a insertar música en este artilugio, lo que creo que se hace enlazando con You Tube. Voy a intentarlo con esta entrada, a ver qué sale. https://www.youtube.com/watch?v=OKm-oipDkp0

Anda de ronda la primavera y no es cosa que nos sorprenda con músicas poco agradables ni con el vocerío de los himnos patrióticos, los triunfos y las eurovisiones…  Yo prefiero, por cierto, las versiones publicadas por Marçal Font o por Miguel Sánchez (la republicana en este último caso). Lo de la cualidad y un cierto rigor será cuestión de la próxima entrada, a propósito de ese bello alejandrino no machadiano, el de “Estos días alegres y este solo de la infancia”, es curioso que Machado, entre los centenares de alejandrinos que escribió, solo haya uno –ya diré cuál es– y un solo poema, también lo he dicho, con esa melodía de princesas tristes. Cuando le salía uno de ese ritmo, lo corregía sencillamente. Ya lo explicaremos, otra vez.



No hay comentarios:

Publicar un comentario