Es posible que en los viejos humanistas de verdad haya prevalecido –bueno, en alguno al menos– ese afán de saber y conocer que se despertó entre estudiosos, liberados, cultivados, burgueses..... A punto de publicar una segunda recolecta de fuentes (impresas, esta vez) para el mejor conocimiento de la historia común entre España y China, he estado leyendo los primeros textos que hablaban de La China, como entonces se decía.
la Historia de las cosas de Ethiopía…. del
jesuita Francisco Alvares, capellán del rey don Manuel de Portugal (colofón: impresa
en Zaragoza, Agustín Millán, 1561), de la que hay tres ejemplares en la BNE contiene alguno de esos primeros textos, que traeré a colación otro día. Hoy me interesa el arranque humanista, la justificación del autor al comienzo del libro. He
pedido y consultado los tres, que tiene variantes. El ejemplar R. 1000 es una
reimpresión, en octavo, de Toledo, 1588. El más completo es el ejemplar, que
además de añadir cartas de jesuitas, como hacen los otros, incluye al final “La
historia de las cosas que han pasado en Italia desde el año 1521….” traducida
por Bernardo Pérez (colofón de 1536, R. 2112). El Emperador, dice en el prólogo
de la historia de Etiopía, dio licencia en Amberes para que se imprimiera
“nuevamente traducida de portugués en nuestra lengua castellana”.
Además de dicha historia, recoge cartas de jesuitas, normalmente portugueses, desde 1548 (mi recensión llegará hasta 1600). He leído el impreso español de Francisco Álvares, todavía en letra gótica, del que hay tres ediciones en la BNE, y me han conmovido sus páginas "humanistas", en las que explica viajes, navegaciones y descubrimientos por ese afán tan humano de saber y conocer. La doy la palabra (incluyo el facsímil):
“Nadie jamás de los hombres tan falto de entendimiento, tan sin juicio y razón se ha visto que viniendo a su noticia los heroicos y maravillosos hechos de alguna señalada persona, no engendre luego en su corazón una amorosa voluntad acerca della, deseándose tan dichoso, en que se ofreciese vía o manera como viéndola con sus propios ojos pudiese gozar de su conversación. Ninguno cierto se puede hallar que así fácilmente de demostrar lo que naturaleza con todos en general repartió, pues es manifiesto que toda persona, cuya vida es fuera de vicios y suciedades, solamente fundada en petición de virtudes y en lo demás que toca a la hermosura y adornato del alma, cada y cuando que por oídas conosce haber algún hombre en alguna particular arte o facultad aventajado a todos los de su tiempo, luego su corazón y animo comienzan interiormente a sentir un deseo del conocimiento y conversación del tal. Desta natural inclinación resulta un ánimo en muchos de los antiguos filósofos padres de las ciencias que hoy en día alcanzamos, que como entendiesen estando en Grecia la ventaja de los filósofos de Egipto les hacían en el conocimiento del curso y movimiento de los cielos , con más grande experiencia que tenían de la virtud de los animales y plantas y de las más cosas criadas, no temieron ponerse a todos los peligros que se les podían ofrescer, y así salían de sus propias tierras discurriendo por mares y provincias extrañas en busca de aquellos doctos varones cuya fama se divulgaba por el mundo, para que puestos embajo de su disciplina trabajasen en venir al altura y cumbre de las sciencias, que siempre tanto se desearon….”
¡Qué gozada, Pablo! Muchas gracias
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