Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

viernes, 23 de agosto de 2013

Hastíos, mentiras, robos....


La gente atraviesa el cálido verano armada de su intuición, su sentido común.... y su hastío, navegando para hurtar un poquito de bienestar  y evitando el hartazgo de mentiras, robos y desgracias. Día a día se nos va bombardeando sistemáticamente con informaciones más o menos falsas, con noticias de incendios, guerras, accidentes, muertes; con viejos problemas, con los que se nos entretiene para pasar el verano. Eso sí, que no falte una  buena dosis de deportes para alivio de masas.  Y el hastío y la percepción injusticias y mentiras nos habilitan –desde luego que sí– para mantener la dignidad y alegría de nuestra vida privada, hagan lo que hagan y digan lo que digan desde arriba. De todo esto se puede ser consciente o no; se puede mantener en estado latente o entrar a averiguar....; pero los españolitos tienen derecho a intentar en el hueco y estrecho espacio que les va quedando, tienen derecho a labrar su alegría.
Hasta gibraltar ha resucitado, y los españolitos reciben su ración anual de patriotismo, con pescadores, paraísos, declaraciones y toda la parafernalia al uso. Todos mienten sería el título de esa película, incluyendo el deportivo artículo de un exministro inglés en el País, con sus buenos consejos para preservar esa “curiosidad” que son Gibraltar, Melilla, Ceuta, las Malvinas.... También mentía con guante blanco este diplomático, pues no hay contigüidad geográfica entre Gibraltar e Inglaterra, como la hay –mar por medio– en los otros casos. Lo curioso es que mienten también descaradamente todos: los banqueros, los políticos, los responsables de las grandes empresas, los que dirigen y mandan, los intelectuales ideológicamente situados....
Si los que mandan, dicen, informan, organizan, etc. mienten, lo que está ocurriendo en Egipto sirve para desmontar otra mito: unas elecciones anuladas manu militari, con aplauso expreso o tácito de los tradicionales defensores de la democracia, porque quienes ganaron, sencillamente, se sospecha que van a cambiar las normas e imponer un sistema restrictivo. ¿Y entonces? Parece que el problema no son las elecciones y la democracia, sino los modos de vivir y pensar. La montaña de mentiras y engaños que hay detrás es casi insoportables de sufrir y tiene raíces históricas muy complejas: la estructura militar de Egipto –dicen– tiene tales ramificaciones industriales, sociales, económicas, internacionales.... que cualquier juicio espontáneo sobre lo que está ocurriendo se queda en jaculatoria de monja. El final de ese complejo de intereses son los muertos y, supongo, el sufrimiento de los individuos.
¿Cómo comentar el uso de gases contra la población civil en Siria? Nadie dirá que fue cosa suya, ningún ejército, ningún sistema, ningún general, ningún piloto.... Solo vemos el temblor de los niños afectados, y la indignación de gobernantes o países en donde se inventaron, fabricaron y vendieron tales lindezas. España acaba de renunciar a vender más armas a Egipto. ¡Ah! pero ¿vendíamos armas? Nunca se nos ha informado con claridad todo lo que hay detrás de ese comercio, claro. Sube el PIB y baja la prima.
La prima que sube y que baja podría ser otro de esos temas en donde todos mienten, ¿o es que el despido de los más humildes empleados de empresas, bancos, interinidades, etc. está en relación con esta prima? La prima no debe tener relación con patrimonio y dineros de las clases privilegiadas, incluyendo los que trabajan –o lo que sea– en aquellas mismas empresas, bancos, instituciones en donde se despide a la gente, que mantienen –seguramente aumentan– sueldos y privilegios a medida que despiden trabajadores.
Ese podría ser el último mito. Vamos a enunciarlo lo más directa y sencillamente que podamos: ¿cuál es la razón por la que un politico /banquero/ financiero/ consejero.... gana más que un maestro / enfermero / cartero / barrendero / frutero / y mil menesteres más? Siempre se da por supuesto y nunca se pone en entredicho. Y no es que ganen más, es que ganan tres, ocho, diez, veinte veces más. ¿Quién sigue permitiendo que un senador, magistrado, consejero de banco, director general de x, etc. gane 20 veces más que un bombero, profesor, médico de urgencias, conductor de autobús....?
La solución a este mito y mentira es muy sencilla: quien dispone la distribución de los dineros pertenece a la clase de los que aprueban y distribuyen esas injusticias, y en cuanto alguien asciende esa clase –el caso de los políticos es clarísimo– sanciona y determina que siga siendo así, en el caso de los políticos es todavía peor: de la sanción y el consentimiento se pasa, con la mayor naturalidad del mundo, a la apropiación indebida y el robo.
No hay tanta diferencia en la condición humana (ni siquiera sin comparamos a Merkel o Bisbal con el cartero del último pueblo) como para que uno de los humanos tenga 100 y el otro humano 0,50. El abanico de posibilidades –que podrían justificarse por motivos externos, como tiempo de formación y de trabajo– del reparto de bienes nunca debería abismarse, y menos en el caso de esas masas de trabajadores que enseñan, curan y cuidan, organizan el detalle de nuestras vidas, trabajan el campo o el mar, etc.



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