Los problemas con las desinencias verbales de las segundas personas del pasado son muy conocidos y han sido sufientemente explicados y tratados, tanto en las historias de la lengua como en la nueva Gramática de la RAE, a la que luego aludiré.
Sabido es que las desinencias verbales de las segundas personas plurales de los perfectos
amavistis = amastis = amastes
solo a lo largo del s. XVII entran en confrontación con los diptongos analógicos decrecientes de otras formas, que a la larga se impondrán; en la nueva Gramática de la RAE se trata en I, 4.4g, p. 195, y otros lugares, y allí se recuerda asimismo que en el español medieval y clásico había también confluencia entre el "tú" y el "vos", es decir, "las formas etimológicas del voseo terminadas en -s"; y luego ejemplifica precisamente con Quevedo y Góngora, que son a quienes voy a referir yo las argucias métricas, porque en efecto, lo que me ha parecido curioso es cómo esa coincidencia, que se mantiene hasta finales del siglo (pocos ejemplos después de Calderón, + 1680), pasa a ser un recurso métrico durante los años en los que la confrontación dura, los poetas juegan con ellas para conseguir ritmos y versos. Dudé en algunos momentos sobre si era cosa de impresores, copistas y otras gentes que rodeaban la difusión de textos; pero al encontrarme con manuscritos autógrafos, la teoría se me hizo evidente.
Por otro lado, la incorrecta -s analógica de la segunda persona del singular, que se documenta en todas las épocas, se considera hoy signo de lenguaje vulgar, una incorrección. Ya lo era entrado el siglo XVII, o a lo menos ya había comenzado a desaparecer. Pero véanse estos ejemplos.
Primero y antes que nada, en 1634 Quevedo escribe de su puño y letra
"Al bastón que le vistes en la mano / con aspecto real y floreciente...."
se trata del famoso soneto a la muerte de Fadrique de Toledo, conservado en las hojas de un impreso (lo estudió Crosby, sobre él debatió Elliott), que hoy se guarda en la British Library y cuyo pasaje reproduzco. Con esa forma, que parece natural en el escritor, se imprime catorce años más tarde en la edición de Parnaso (164). Claro esta que ni González de Salas ni otros posibles editores podrían haber suprimido esa -s, la sinalefa hubiera dejado al verso cojo.
Es notable la comparación con otros versos en donde, por virtud de la rima, se acumulan las otras formas, por ejemplo en el elogio funeral a la muerte de Felipe III (Parnaso, 151):
Mereciste reinar y mereciste
no acabar de reina, y lo alcanzaste
en las almas al ñunto que expiraste,
como el reinar al piunto que naciste.
Rey te llamaste cuando padre fuiste
pues la serena frente que mostraste
del amor de tus hijos coronaste
cerco a quien más valor que al oro asiste....
Pero véase este otro caso, bien curioso, en donde es la rima en "tristes" lo que provoca la licencia que recupera la forma etimológica arcaica, y en donde no se trata del antiguo "vos", ya que en el terceto anterior se le ha nombrado "Tú" (Parnaso, 432) y en el mismo verso va concordando con "diréis":
........
¿Que no te agotes tú; que no te corras,
bufonazo de fábulas y chistes
tal, que ni con los pésames te ahorras?
Diréis, por disculpar lo que bebistes,
que son las opiniones como zorras,
que uno las toma alegre y otro tristes.
El caso del "vos" está, me parece, bastante claro en el soneto Parnaso 439, que comienza Sol os llamó mi lengua pecadora, cuyo primer cuarteto dice:
Tan creído tuvistes ser autora
que amanecer quisistes con desvelo;
en vos llamé rubí lo que mi abuelo
llamara labio y jeta comedora.
En donde, por cierto, también es etimológico el significado de ese llamara ('hubiera llamado'); pero eso queda para otra ocasión.
El soneto Parnaso 449 puede interpretarse también en términos del antiguo "vos"..
Si caístes, don Blas, los serafines
cayeron de las altas jerarquías....
.......
Si queréis remediarlo, gastá en lías
lo que gastastes en lacayos ruines....
..........
En donde nuevamente habría que señalar el uso del imperativo sin la -d, abundante hasta final de la Edad Media, por razones métricas, para provocar la sinalefa con "en". También tendría que ser objeto de comentario desde la métrica histórica.
Aquel vos es el mismo que el de la "más bella niña" a la que Góngora presta quejas en las coplillas hexasilábicas, para que llore a su madre:
Pues me distes, madre,
en tan tierna edad
tan corto el placer
tan largo el pesar
y me cautivastes
de quien hoy se va
y lleva las llaves
de mi libertad...
He comentado en otros lugares, y muy por extenso, el juego métrico –sobre todo rítmico– al que Góngora somete las formas gramaticales, para que suenen y digan como solo él sabía hacerlo, es decir, el poeta de "arroyos prodigiosos rios violentos" o el de "de latón esbirros trae" (en rima con "tafetán"). Que eso quería señalar también en el caso de Quevedo, hasta en poemas tardíos, porque lo que hace falta es una buena Métrica histórica o –¿cómo lo llamaríamos?– una historia de las formas de la lengua desde la Métrica.
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