UN HOMENAJE MÁS A GIL DE BIEDMA
Se abordará el asunto cuando sobre
venga hacia el sur un reventón de bultos
inopinadamente, cuando pujen
obscenidad y pudor y se confundan
en imaginación desvergonzada,
y emerjan turbaciones sin descanso.
Cuando angelina la jolie aparezca
sin más junto a mi mesa de trabajo,
sin Brad y sin motivo razonable.
Y eso a pesar de que tú hayas pasado
una velada intelectual con libros
rancios, sobre el autor del Lazarillo.
Jolie de las rebajas de la La Perla
viene para un desfile de modelos;
que te acomodes en la cama –dice–
y que apagues alguna de las luces
con que leyendo estabas, enfrascado,
la historia de Felipe segundo en Parker.
Llena entonces las manos con lo más
que alcances de aquel cuerpo rebelado
allí donde parece que se ofrece;
ya verás cómo pronto va y resulta
que el Bach que suena y con Gould varía
marcar parece el ritmo de tu brazo.
Y a la chita callando ve a la danza
que sube, baja, tuerce y acaricia.
Desnuda a todo lo que se le ocurra
aparecer por tu imaginación:
flores, Chopin, estampas, el paraguas,
la vecina, el camino de santiago,
la siesta, otra vecina, profesoras...
verás cómo se esfuman los decanos,
Esperancita Aguirre, Gallardón,
el pontífice, Rouco, la fonética,
Bisbal, Mariano, series culturales...
¡el trigo de las eras en tus manos!
Importante es que no te venga entonces
al magín algo como Zapatero,
porfi, con esas cosas ten cuidado.
Enajena tus manos como lenguas,
como besos deseados que te acosan
que recorren lentamente el espacio.
El espacio que crece y devora hacia
arriba y hacia lejos y hacia dentro
con un orden obsceno y descuidado,
fronteras del dolor y la dulzura:
bach, jolie, un verso mal entendido,
aquella chica junto al mar, los rollings...
Recuerda aquella vez cuando en el cine
de su pareja se olvidó la moza
que tenías en la butaca al lado
y te pasó sus dedos deliciosos,
para que configuraras la oscuridad
e hicierais canje de modalidades.
Y así mezclando irás lo que te viene:
la jolie, la vecina, el mar, los dedos,
el cine, que no mire nadie, una china,
otra china más, venga chinas, trenzas,
dedos, de quién será ese pecho, el vello,
bëatriz montañés, sus labios, labios.
Puedes cerrar los ojos, suspirar,
negar que seas profesor cumplido.
Y que suba que acabe y venga y se
mueva y se arriba y se abajo y se más
se cierra se abre se lento se raudo
se más se crece se nieve. Acabado.
Se abordará el asunto cuando sobre
venga hacia el sur un reventón de bultos
inopinadamente, cuando pujen
obscenidad y pudor y se confundan
en imaginación desvergonzada,
y emerjan turbaciones sin descanso.
Cuando angelina la jolie aparezca
sin más junto a mi mesa de trabajo,
sin Brad y sin motivo razonable.
Y eso a pesar de que tú hayas pasado
una velada intelectual con libros
rancios, sobre el autor del Lazarillo.
Jolie de las rebajas de la La Perla
viene para un desfile de modelos;
que te acomodes en la cama –dice–
y que apagues alguna de las luces
con que leyendo estabas, enfrascado,
la historia de Felipe segundo en Parker.
Llena entonces las manos con lo más
que alcances de aquel cuerpo rebelado
allí donde parece que se ofrece;
ya verás cómo pronto va y resulta
que el Bach que suena y con Gould varía
marcar parece el ritmo de tu brazo.
Y a la chita callando ve a la danza
que sube, baja, tuerce y acaricia.
Desnuda a todo lo que se le ocurra
aparecer por tu imaginación:
flores, Chopin, estampas, el paraguas,
la vecina, el camino de santiago,
la siesta, otra vecina, profesoras...
verás cómo se esfuman los decanos,
Esperancita Aguirre, Gallardón,
el pontífice, Rouco, la fonética,
Bisbal, Mariano, series culturales...
¡el trigo de las eras en tus manos!
Importante es que no te venga entonces
al magín algo como Zapatero,
porfi, con esas cosas ten cuidado.
Enajena tus manos como lenguas,
como besos deseados que te acosan
que recorren lentamente el espacio.
El espacio que crece y devora hacia
arriba y hacia lejos y hacia dentro
con un orden obsceno y descuidado,
fronteras del dolor y la dulzura:
bach, jolie, un verso mal entendido,
aquella chica junto al mar, los rollings...
Recuerda aquella vez cuando en el cine
de su pareja se olvidó la moza
que tenías en la butaca al lado
y te pasó sus dedos deliciosos,
para que configuraras la oscuridad
e hicierais canje de modalidades.
Y así mezclando irás lo que te viene:
la jolie, la vecina, el mar, los dedos,
el cine, que no mire nadie, una china,
otra china más, venga chinas, trenzas,
dedos, de quién será ese pecho, el vello,
bëatriz montañés, sus labios, labios.
Puedes cerrar los ojos, suspirar,
negar que seas profesor cumplido.
Y que suba que acabe y venga y se
mueva y se arriba y se abajo y se más
se cierra se abre se lento se raudo
se más se crece se nieve. Acabado.
Para dejar de lado a la burda y excesiva Jolie,
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=LyAuurHe3QI
D.L.
Por supuesto, por supuesto...; pero el rapsoda de los sextetos prefiere la ordinariez de la Jolie. Lo de Françoise Hardy ya es cosa celestial, para que lo sepa degustar, y en la canción a la que se alude, de letra romántica bastante lograda, dice eso de "... alors ils viennent se chaufer chez moi..." Son universos distintos; pero el rapsoda parece que está algo embrutecido.
ResponderEliminarEn la poesía abundan las masturbaciones mentales, no las físicas. Hay un poema famoso de Anne Sexton. Podéis leerlo aquí: http://plagiarist.com/poetry/607/
ResponderEliminarY aquí una traducción, rudimentaria:
http://www.lasmusas.com/blog/?p=777
Yo hice uno, deliberadamente abstruso, como borracho: "En extraño lugar", pág. 338.
Pablo, me encanta el aluvión de ese endecasílabo loco: "otra china más, venga chinas, trenzas"...
Sorpresa... ¡No conocía o no me acordaba o no sabía del poema de Anne Sexton, que también estaba en sextetos! Esto es lo que se llama poligénesis, supongo. MI intención fue, además, recordar el triunfo de los sextetos (en realidad es una estrofa más complicada) que produjo el poema de Gil de Biedma; y desde luego, ser explícito, convertir en palabra lo que circula por otros canales, desacralizar con versos.
ResponderEliminarGracias, Javier