¿Qué voy a ocultar
y con qué silencio
si ocupas mi voz
y llenas mis versos?
Me acerco y me miras;
no mires tan dentro,
no mires tan cerca,
que sé lo que pienso
y voy y lo digo
y voy y te llevo,
te llevo a las noches,
te llevo a mi cuerpo,
te llevo a mis manos,
te llevo a mis besos,
te llevo perdido,
donde están te llevo
la luz apagada
y el roce del viento,
la luna desnuda,
la sombra del cielo,
a mirar estrellas,
y contar luceros,
tú aquellos de arriba,
yo los dos del suelo,
no los cierres nunca
cuando vaya dentro
que entonces relumbren,
que entonces me muero,
solo si los abres
muy cerca me quedo.
Abre cuanto puedas
mientras cede el cielo,
estrellas se queden
si quieren a verlo,
que yo necesito
mirar cuando tiemblo
que estás junto a mí,
que te estoy sintiendo,
estar en tus ojos
y en tu pensamiento.
Vayamos deprisa,
queda poco tiempo;
detrás de una esquina
me espera el silencio
y allí yo quisiera
llevar tu recuerdo.
No bajes los ojos,
si en ellos me pierdo;
escucha a mis manos
si buscan tu cuerpo;
guardo para ti
todo lo que fueron
paisajes sin nombre
amagos, intentos,
todo lo que se iba
al cabo muy lejos,
que nunca creí
poder ya tenerlo.
Pasaré a tu lado,
rozaré tu cuerpo,
marcharé a mi viaje,
esparcerá el tiempo
ceniza de amores
por el universo.
Mas si abres los labios
me quedaré dentro,
donde siempre quise,
dentro dentro dentro.
y con qué silencio
si ocupas mi voz
y llenas mis versos?
Me acerco y me miras;
no mires tan dentro,
no mires tan cerca,
que sé lo que pienso
y voy y lo digo
y voy y te llevo,
te llevo a las noches,
te llevo a mi cuerpo,
te llevo a mis manos,
te llevo a mis besos,
te llevo perdido,
donde están te llevo
la luz apagada
y el roce del viento,
la luna desnuda,
la sombra del cielo,
a mirar estrellas,
y contar luceros,
tú aquellos de arriba,
yo los dos del suelo,
no los cierres nunca
cuando vaya dentro
que entonces relumbren,
que entonces me muero,
solo si los abres
muy cerca me quedo.
Abre cuanto puedas
mientras cede el cielo,
estrellas se queden
si quieren a verlo,
que yo necesito
mirar cuando tiemblo
que estás junto a mí,
que te estoy sintiendo,
estar en tus ojos
y en tu pensamiento.
Vayamos deprisa,
queda poco tiempo;
detrás de una esquina
me espera el silencio
y allí yo quisiera
llevar tu recuerdo.
No bajes los ojos,
si en ellos me pierdo;
escucha a mis manos
si buscan tu cuerpo;
guardo para ti
todo lo que fueron
paisajes sin nombre
amagos, intentos,
todo lo que se iba
al cabo muy lejos,
que nunca creí
poder ya tenerlo.
Pasaré a tu lado,
rozaré tu cuerpo,
marcharé a mi viaje,
esparcerá el tiempo
ceniza de amores
por el universo.
Mas si abres los labios
me quedaré dentro,
donde siempre quise,
dentro dentro dentro.
Bien hecho y bonito, el romancillo. Por si le gusta, con tema similar a muchos de sus versos en este cuaderno, parte de "Aceptación en la terraza",
ResponderEliminarPara ser el que fuiste
sales a la terraza, para ver
si un frío súbito derriba pronto
la plenitud del corazón. Tocas
el aire oscuro con los labios, oyes
los gritos fatigados de la calle,
la luminosa altura te estremece.
El tiempo va pasando, no retorna
nada de lo vivido;
el dolor, la alegría, se confunden
en la débil memoria,
después en el olvido son cegados.
y al dolor agradeces
que se desborde de tu frágil pecho
la firme aceptación de la existencia
Francisco Brines
Sí, es el tono elegíaco del mejor Brines –ese tono es casi el único suyo, ¿no?–, pero en la forma más amplia y menos cantarina de la silva moderna (lo que antiguamente era el madrigal).
ResponderEliminarGracias por recordármelo
No existe nada en el mundo comparable a ese lenguaje silencioso de dos miradas que se cruzan al instante, y sin prisa, inician un frugal soliloquio sin respuesta capaz de inspirar un poema... y el guiño de unos labios entreabiertos que se quedan en suspenso, por miedo a pronunciar una frase incoherente. Y en el pensamiento, el deseo febril de que no termine el invierno...
ResponderEliminarA mí también me gusta, fluye muy bien la idea con el verso, funciona. (Ojo con "adonde van te llevo"; también "anagos"; tal vez repasar la puntuación...) Y me encanta el final porno. Desde luego, Pablo, no hay quien te pare.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBorro el anterior, que no quiero comentar dos veces seguidas... Y ya que vuelvo para ver esta entrada de nuevo, te confieso que la primera vez que la leí, estuve más de diez minutos llorando como una magdalena; me gusta muchísimo.
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