Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

Mostrando entradas con la etiqueta Luisa de Carvajal. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Luisa de Carvajal. Mostrar todas las entradas

jueves, 3 de marzo de 2016

Rutina de la investigación (sobre China y Cervantes)



El campo de la investigación, bueno, del conocimiento somero y de la asimilación de la verdad histórica, se va abriendo poco a poco, y es entonces cuando quien profundiza lentamente en otra época, otro espacio, otra situación, ha de prepararse para acotar cada vez con mayor precisión lo que quiere saber y le interesa, para convertirlo en materia de conocimiento, es decir en abstracción que puede moverse, primero, intelectualmente, y luego, que pueda dialogar con quienes andan en la misma aventura. El resultado final de esa aventura –o al menos el que se busca– es un resultado social con un cierto grado de permanencia histórica: esto es lo que he podido saber, lo comparto con quienes habéis intentado el mismo camino, todos lo ofreceremos como un estadio de nuestro modo de ver, en este caso la historia, para que puedan seguir construyendo su soporte humano quienes nos sucedan.

El campo de la vieja historia, de las relaciones China-España, se abre históricamente de modo prodigioso a lo largo del siglo XVIII, a mi modo de ver todavía más rico e intenso que a lo largo del s. XIX y, a partir de entonces, modernamente. He desechado asomarme a ese siglo sistemáticamente, lo que sí que estoy haciendo cuando se trata del siglo XVI, con pinitos en la centuria siguiente, sobre todo a sus comienzos, cuando las órdenes religiosas, pioneras en este tipo de aventuras –agustinos, franciscanos, dominicos, jesuitas– inician ese proceso de propaganda que las identifique como los primeros, los mejores, los más, etc. en el descubrimiento del nuevo mundo, en este caso de las tierras del Pacífico y, específicamente, de la China.

Por nacionalidades –mejor: por idioma– fueron los portugueses los primeros en llegar, organizar e interesarse por aquellos mares; y no suele ser verdad que sus intereses fueran puramente comerciales, en Macao. En realidad los primeros frailes y evangelizadores también eran portugueses. La conjunción monárquica de 1580 provocó una confusión que no puede borrar aquella historia. De la misma manera que hubo también italianos y franceses atentos a lo que ocurría en lejanos mares.
La rutina de la investigación, ahora, cuenta con formidables pertrechos nuevos, que tienen doble cara: se puede acceder, incluso desde el ordenador familiar, a documentos, libros, muestras, etc. de todos los rincones del mundo que nos hablen de aquellas circunstancias; pero el campo se ha ampliado –casi al mismo tiempo– prodigiosamente para que un solo investigador pueda hacerse con él. Yo creo que, en estos momentos, desde el español, el portugués y el francés, al menos, se puede tener acceso a ese campo; pero que solo el portugués –a veces el latín– y el español suministran cobertura amplia.
Otro de los modos de acceso consiste en proyectar el conocimiento desde los lugares en donde se han terminado por depositar los testimonios, normalmente escritos, de esa historia; o desde los lugares donde ocurrió. La segunda opción no es del todo satisfactoria para China, en donde los cambios han sido tan enormes que es muy difícil alcanzar muestras arqueológicas de épocas pasadas.... si bien quedan, a veces, las naturales. Por eso he viajado a veces por allí, a Fuxian, por ejemplo; o a Qingdao; etc. Los escenarios naturales de Yunnan, el de Hangzhou como ciudad, etc. son más difíciles de destruir, son geográficos y no culturales.
Desde España, la rutina se puede proseguir a partir de los focos documentales que se conozcan. Grandes archivos nacionales (Indias, Simancas, AHN, Naval...). Archivos de las órdenes religiosas (filipenses de Valladolid, jesuitas de Alcalá...), que no están todos bien conservados. Lugares a donde se dirigían las relaciones o que solicitaban los mapas (Palacio Real y, desde allí, la BNE, por ejemplo). Lo que termina por la creación de un pequeño directorio, que el investigador ha de recorrer pacientemente, sin perder de vista documentos personales (AHP), nobiliarios (Tavera, en Toledo) y otros muchos que desperdigan la investigación.
En Madrid, este aficionado está intentando recolectar nuevamente las noticias sobre China en la BNE, en el Museo Naval, etc., teniendo en cuenta las recopilaciones anteriores ya hechas, que permiten avanzar más deprisa. Y en ese camino hay tres focos en los que estoy insistiendo: la biblioteca archivo del Museo Naval, que ya he trabajado; la Biblioteca del Palacio Real, con la que estoy; la Biblioteca histórica de la Complutense, cuya prospección intentaré completar enseguida, y que posee un precioso catálogo ("Cisne"), que permite su consulta previa, antes de intentar ver realmente los testimonios.


Una nota sentimental: los viejos conocimientos no se pierden en toda esta aventura, al contrario, sirven y traban mejor el conjunto. Al recoger documentos y libros en este último lugar, a donde fueron a parar las bibliotecas de los jesuitas (Colegio de San Ildefonso, Colegio Imperial....) me encuentro con que muchos de ellos se imprimen en la capital de España (Valladolid, circa 1600-1606) y narran las experiencias de los jesuitas en Oriente.... Y allí los leería con avidez Luisa de Carvajal, que poco después emularía aquellas aventuras y viajaría a Londres. Los autógrafos de Luisa de Carvajal –he dado noticia abundante de todo ello en este blog– se conservan en el archivo del Palacio Real, lo mismo que su cuerpo. 

Otro personaje nos mira entre divertido y curioso en aquel Valladolid de 1604, en donde Luisa de Carvajal ha decidido desarraigarse y llegar de incógnito a Londres para convertir herejes: Miguel de Cervantes. Pero el escritor, que asiste asombrado a la detención y registro de la casa del Brocense, ha decidido desarraigar a un personaje –don Quijote–, que no se irá a la China ni a Londres, sino a la Mancha, no a convertir infieles, sino a convencer a caballeros.


jueves, 20 de septiembre de 2012

Cómo se hace una hagiografía

Iglesia de la Encarnación (Madrid)
En varias ocasiones nos hemos ocupado en este blog de Luisa de Carvajal, cuya biografía real se resuelve en los sucintos datos que ahora encadeno, empezando por la portada que culmina el proceso de lograr una hagiografía: 



Su biografía se condensa en estos datos
Jaraicejo  (1566, Extremadura) - Londres (1614). De uno de los grandes clanes nobiliarios, los Mendoza, huérfana (1562) pronto, se educa en la corte con las infantes y la madre del futuro Cardenal Sandoval, con su tío el Virrey Francsico de Mendoza, en Almazán (1576) y Pamplona (1579), luego en Madrid –donde se independiza, c. 1590– y en Valladolid (1601). Deja toda su fortuna a los jesuitas (1604) y en enero de 1605 parte a Inglaterra, donde vive nueve años bajo el amparo de los embajadores ayudando a los católicos e intentando convertir herejes. Detenida varias veces. Muere en enero de 1614. Uno de sus valedores, Rodrigo Calderón, se hace cargo de su cuerpo cuando se trae a España y lo lleva a Portaceli de Valladolid, de donde lo manda exhumar Felipe III para depositarlo en el monasterio de la Encarnación de Madrid, en donde hoy está y ha recibido varias veces la visita curiosa de este rapsoda

Informe del Conde de Gondomar (es copia del original, en el Archivo del Palacio Real)

Primer panegírico, de Salom
El proceso crítico se condensa en este párrafo
Acabo de terminar, para una reunión sobre  Vies d’écrivains, Vies d’artistes dans l’Europe moderne (Espagne, France, Italie, XVe-XVIIIe siècles) que va a tener lugar en París la semana que viene, acabo de ordenar, decía, los materiales con los que se va construyendo  la historia de su vida, deslizándose poco a poco hacia la hagiografía; y lo que allí expondré tendrá que ver con esas significativas derivaciones de los biógrafos que parten, primero, no de la historia, sino de lo que les ha llegado de la historia, y sobre ese material seleccionan y desechan al mismo tiempo; y después de tan arriesgada operación –desde su condición histórica y de su formación ideológica– se lanzan a redactar la vida: la biografía en la que culmina este proceso veinte años después de la muerte de la Mendoza (en 1614) aboca a un verdadero tratado doctrinal cuajado de pasajes sermonarios: todo lo que la dama hizo, trasfigurado por el tiempo y el biógrafo, es ahora materia sacra. Véase el modelo e este arranque de capítulo, uno entre muchos:


Los pasos que han jalonado esa construcción comienzan por las honras fúnebres y los panegíricos, a poco de morir o de conocerse su muerte. En el caso de Luisa de Carvajal se acrecientan con las numerosísimas deposiciones de testimonios para su beatificación. Si ese es, digamos, el material ajeno; como material propia se echa mano de las cartas –muy numerosas– y del propio relato de Luisa, el que le mandaron escribir sus confesores. Existe un conjunto de textos menospreciados: sus poesías, que sin embargo ella copió con esmero y conservó con cuidado. Son poesías místico-pastoriles, que fácilmente podrían leerse como profanas.


Plaza de la Encarnación, en Madrid, con la fachada del monasterio en donde se encuentra el cuerpo de Luisa de Carvajal
Obra: dejó papeles varios, entre los cuales, un regular conjunto de poesía lírico-religiosa; un rico epistolario; un conjunto de escritos y papeles referidos a sus actividades, como el relato de sus propias experiencias evangelizadoras. En 1626 se abre expediente para la beatificación, que no se termina, y que también se conserva.

Camino hacia la hagiografía (testimonios)
1616 Informe del Conde de Gondomar, embajador de España en Londres. Manuscrito.
1616 papeles biográficos de su proceso de beatificación en el Achivo del Palacio Real
1616 Oracion panegirica, es a saber exortatoria y consolatoria de la muerte de... doña Isabel de Velasco y de Mendoça, Marquesa de Carazena...: con una breue Relacion de la muerte de doña Luysa de Carauajal y algunas cartas suyas... / compuesta por... Fray Miguel Salon (Valencia: Patricia Mey)    
¿1618?  En las honras de doña Luisa de Carvajal…. sermón fúnebre por el padre Juan de Pineda, de la compañía de Jesús, en el seminario de los alumnos ingleses de San Gregorio de Sevilla.
1632 Luis Muñoz, Vida y virtudes de la venerable virgen doña Luisa de Carvajal y Mendoza…., Madrid: Imprenta Real, 1632  Empleado en las colecciones más conocidas de la BAE (1965), en la ed. de Barcelona (1966), etc. hasta los trabajos críticos actuales.

El libro de Luis Muñoz (1632) culmina el proceso hacia la hagiografía.




lunes, 16 de enero de 2012

Divagaciones de última hora sobre Luisa de Carvajal

Parte de esta entrada, redactada entre aeropuertos, cafeterías y parques se perdió en un trasiego de baterías, vistas previas y demás. Recuerdo que comenzaba con un párrafo en el que explicaba que el otro día me encontré con Luisa de Carvajal en el Pompidou y que nos fuimos a tomar algo a una cafetería cercana: me dejó que le hiciera la foto y hablamos brevemente, porque tenía el tiempo tasado para faltar a su puesto. Estuvo elegante y tenaz, como yo la imaginaba. Eso sí no sabía que fumara ni que le gustaran los daiquiris.
De mi encuentro, ayer, con Luisa de Carvajal
Los grabados en madera o cobre de las primeras hagiografías no le hacen ningún favor, pues le reproducen con enormes napias y nada dicen de una cierta elegancia natural, la que yo había encontrado en las cartas a Inés de la Asunción, al hablarla de trapitos: ....  mi traje es una ropa de bayeta negra de Segovia, que los principales la usan mucho, hasta el suelo, y llena de pliegues, como las, de los de los Consejos de allá y mangas justas con brahones llenos de lazadas de cintas negras; y cuando ha hecho calor esta es y será de anascote negro... El corpiño, alto hasta la garganta, como jubón, y la basquiña con pliegues es de anascote negro, y una valona delgada sin guarnición ni vainica, llanísima y muy grande, raras veces gorguera; aunque es traje de ancianas, por ser más desembarazada y de menos costa la banda o valona. En la cabeza, una cofia de holanda ahora; y en el calor, de Cambray, que es traje de pobre gente, y dos dedos de cabello, muy llano y estirado, descubierto.... Duraba, como se ve, todavía la gravedad del atuendo en personajes de alcurnia, como había predicado el rey muerto, el que pinto Pantoja, ya de pelo blanco. Ella misma cuenta –y en varias cartas– la risa que les entró a los carceleros cuando su segunda detención en Londres, porque pidió al juez que no le encerraran con varones, y el juez le espetó que aunque fuera la única mujer en la cárcel, tan fea era que ningún varón le inquietaría.
Biblioteca Sainte Genevieve, uno de los lugares más antiguos del París noble, porque allí hubo un estudio por donde pasaron santos y celebridades, desde Ignacio de Loyola a Voltaire. El edificio actual es de mediados del siglo XIX

Algo debería tener cuando andaban enloquecidas a su alrededor tantos "angelitos", que así se refería a ellas –"dulcísimos angelitos"– en su epistolario, tratándolas, eso sí, con dureza de varón, excepto a Inés, a quien riñe por adelantado suponiendo que tiene la cabeza donde no la tiene que tener. Es la reprimenda a la persona que se quiere.  Alguno de esos angelitos, particularmente esta misma Inés, lo pasó muy mal cuando el confesor de Luisa le prohibió que le acompañara en la jornada de Inglaterra, porque su fin no era combatir las ideas de los herejes, sino estar al lado de Luisa. Y le enviaron a un convento de recoletas de Medina, desde donde se cartea –con permiso de la superiora, claro– con Luisa, que siempre le trató con su qué de afecto, como al ángel que se quedó en el camino.
Era tenaz Luisa, porque aunque en la frontera, en su último viaje desde Sant Omar, le quitaron los instrumentos de disciplina, los rehízo en Londres y los guardaba celosamente entre sus pocas pertenencias. Dos cosas guardaba celosamente: las disciplinas.... y los escritos, particularmente las poesías, de una encendida inspiración amorosa, en la tradición de la mejor poesía mística. ¿Que quiere decir que alguien guarde las poesías que ha escrito?

Notre Dame, desde el pobre san Julián
Malos obispos se llevaron las disciplinas a la capital para mofarse de ellas, se queja en otra carta. No eran ya las cuerdas de vihuela con las que su tío, el virrey y consejero Francisco de Mendoza, le llevaba de madrugada al oratorio y pedía que le desnudaran y le azotaran sin piedad –"como a una esclava", para acallar sabe dios qué tentaciones. Pero, ¿tan fuertes eran las tentaciones, las del virrey, las de la adolescente que era Luisa, las de la esclava, que había que alcanzar un grado limite del dolor, el dolor desnudo de una adolescente? ¿Lo vencieron o lo trasformaron?  Será difícil saber qué senderos humanos recorrió Luisa, por mucho que los grandes críticos norteamericanos descubran sus textos y abran un curso sobre problemas de género. Solo nos cabe la imaginación, pero la nuestra, porque la histórica es muy difícil. Hoy no consentiríamos una escena semejante, quizá solo si supiéramos que la escena era falsa, y que la adolescente de marras recibe los golpes dulcemente como castigo de quien le quiere y que terminará en efluvios, o cosas así. Es decir, como un juego amoroso. Me temo que en el castillo de Almazán y a media noche y con la sangre ya en las espaldas de Luisa, que va enhebrando jaculatorias y agradeciendo aquellos sacrificios, la cosa es mucho más complicada.
Cuántas veces agradece uno, casi sin darse cuenta, algún pequeño signo de la civilización, algún signo de que sí, de que en algo se progresado.

Luisa de Carvajal en penitencia, en formulación parisina de los años treinta
A vueltas con Luisa de Carvajal, termino mi estancia en un París culto y pedante, totalmente mercantilizado, es verdad; pero con el que puedo convenir y al que puedo conceder que, aun vendiéndome todo de mala manera, satisface los estratos de historia noble que hayamos podido alcanzar. Ojalá podamos mantenerlos, cuanto más limpios mejor. He hablado a  mis colegas de Luisa durante unos veinte minutos, intentando reducir erudición a algo simple y sencillo. Una extraña dama de hace cuatrocientos años.
La vida de los otros inquieta, la de ayer y la de hoy. ¿Nos interpretarán bien? ¿Sabrán lo que hemos dicho, lo que hemos hecho, lo que hemos pensado? Seguro que no; o tan solo parcialmente, por los pelos.
París visto desde la terraza del Pompidou. el fantasma del fotógrafo arriba
¡Y cuántas cosas en el rincón de cada uno, en donde se encuentra casi toda la verdad, sin concesiones! Lo pienso mientras trato de averiguar si unos ojos claros son verdes o son azules o van cambiando según la luz; y eso no lo puedo decir así, bonitamente, como la frase de Prevert ya clásica ("tu as de jolie yeux, tu sais", cito de memoria, seguramente mal) que se popularizó como hallazgo poético porque se atrevió a poner en modo literario lo que era modo coloquial,  mezclando sabores, que es la esencia de la poesía de Prevert. He comprobado que no acaba de calar en mis colegas franceses: ¿excesivamente coloquial o chabacano? No existe exacta correspondencia entre modos poéticos de la francia de la segunda mitad del XX y la poesía española del mismo periodo: la correspondencia con Paul Eluard, Aragon, Prevert, Supervielle.... y no digamos con los oulipianos o los viajeros, Ponge, Queneau, Saint-John Perse.... Mundos distintos el francés y el español. ¿Cómo entenderán a Luisa de Carvajal mis colegas franceses? 


Sainte Genevieve y el Panteón, con el primer sol en la fachada






jueves, 29 de diciembre de 2011

Luisa de Carvajal. Todos sus papeles

poesías (octavas)
He terminado, casi con el año, de leer y ordenar los papeles de Luisa de Carvajal, en el archivo del Palacio Real, una mañana fría y luminosa, con el patio de Palacio lleno de turistas orientales: no he podido ver ni la exposición de relojes ni el Belén, demasiadas colas. Mas he podido terminar casi todas las consultas en el archivo, porque allí se conservan los microfilmes de todo o lo más que se guardaba en el Monasterio de la Encarnación: los votos –de los que ya he dado noticia en este blog–, el proceso de beatificación (comenzado en 1626), gran parte del epistolario, poesías.... Casi todo de su puño y letra: una letra menuda, bien  formada, de pocas dudas y trazado firme. 
La correspondencia se ha ordenado en grandes grupos (la de su hermano Alonso de Carvajal, la de padre Cresvelo....)  No sé de qué manera han llegado a ese conjunto, también, las cartas que envió a Rodrigo Calderón, que constituyen un conjunto muy interesante tanto para conocer mejor la figura del privado, el Conde de Oliva, como para retrazar la historia de aquellos años (c. 1610-12), sobre todo los de su embajada en Venecia.

Primera página (de tres) de la útiima carta de Luisa Carvajal a Rodrigo Calderón (20 de noviembre de 1613)
No sé muy bien porqué existen figuras, hechos, momentos de la historia que nos atraen extrañamente, como a mí me ha venido ocurriendo con esta Mendoza, que desde pequeñita –huérfana a los seis años– daba todo lo que tenía a los pobres, tiraba por las ventanas de su casa los almohadones del estrado a los mendigos, que castigaba hasta el martirio su cuerpo y pasaba noches enteras en oración, llegando, durante el invierno, a meter manos y brazos en agua fría para mantenerse despierta, o que vestía como una andrajosa el hábito de san Francisco en su casa de la calle Atocha en Madrid.... Ese tremendo desarraigo que sufrió –me gusta insistir en esta idea– al mismo tiempo que otro desarraigado literario, el Quijote, le llevó a Inglaterra, para intentar alcanzar el martirio mientras predicaba a los herejes, de manera que andaba por las calles de Londres con un Cristo que traía en los pechos, predicando la fe y adorando las cruces de rodillas y haciendo otras cosas que los herejes aborrecían.... " (declaración en el proceso de Alonso de Velasco, capitán de caballos) Y casi todo lo contaba en las cartas, mientras Cervantes escribía la segunda parte del Quijote.
Las cartas no revelan tan solo la espiritualidad de esta extraña y enérgica mujer, que siempre se movió en el círculo de los jesuitas –con su herencia fundó un colegio de la Compañía en Lovaina–, también revelan, y mucho más de lo que ella hubiera querido, las corrientes políticas que precedieron y sucedieron a la tregua de 1609, contra la que escribió y razonó; la belicosidad de la ortodoxia católica, la idea de la misión de España, los macabros hábitos de las ejecuciones, el fetichismo de las reliquias: un verdadero universo ideológico, social y humano, difícil de entender fuera de las coordinadas históricas en las que se produjo.
El legado de Luisa de Carvajal está lleno de rincones, sorpresas, verdades a medias.... que serán muy difíciles de entender en su conjunto, y a las que yo, desde luego, no podré atender, desbordado a mi vez por la febril actividad de esta mujer. Ella también es Siglo de Oro.
Durante la semana del 9 al 15, en París, expondré lo mejor que pueda su vida y sus escritos, para entenderlos con mis colegas en un seminario sobre la España de los siglos XVI-XVII. En las lecturas que he terminado hoy, fundamentalmente las del proceso (1626), cuando ya han pasado unos doce años desde su muerte, los testigos recomponen escenas de su vida, refieren anécdotas, casan datos....; pero ya hay su tanto de leyenda y admiración. Testifican –y por extenso– Lorenzo de Aponte (de los clérigos menores), fray José de San Agustín (conventual del monasterio de San Felipe), varios criados del embajador Alonso de Velasco, Pedro de Zúñiga (otro embajador), Joan de Çevain; su confesor durante un tiempo, el dominico Fray Diego de la Fuente (prior del convento de Santo Tomás); la duquesa del Infantado, la Condesa de la Puebla (una Mendoza), el Marqués de la Hinojosa, varios criados del Marqués de Flores, la madre Catalina de la Encarnación, Juan Pablo de Arenillas.... De entre las  muchas cosas que esos testimonios aducen puede que sea la alusión repetida de que su madre había tenido como consejero a Pedro de Alcántara la que nos lleve a la raíz de su exacerbamiento espiritual, que de todos modos se había producido  como estallido generalizado a partir de 1600, al mismo tiempo que la sociedad se liberaba del peso del largo reinado de Felipe II: el estallido produce la picaresca, la corrupción, el juego, las fiestas....; pero también el acrecentamiento de la onda neoestoica. Nunca antes se habían fundado tantos conventos de clausura en Madrid como los que aparecen realmente, se proyectan o se dotan en la ciudad que deja de ser la capital; y normalmente por nobles o damas de alcurnia.  Hasta a la tía y la abuela de Quevedo alcanza la moda. Ya daré la nómina.
A Luisa de Carvajal el estallido le llevó a Londres, donde se lograba el martirio antes que en Japón o China.
La entrada es larga. La ilustraré con la última carta autógrafa a Rodrigo Calderón (del 20 de noviembre de 1613, la escritura aparece ya algo deformada); una muestra de sus poesías, cuidadas y pulidas; y otra página del proceso. Dejo para otra ocasión dos documentos especialmente sustanciosos: el largo informe del Conde Gondomar (embajador en Londres) y el sobre con declaraciones varias de Luisa de Carvajal que entrega el padre Hernando de Espinosa (es lo que ilustra la última reproducción).




miércoles, 2 de noviembre de 2011

El Conde de Gondomar notifica la muerte de Luisa de Carvajal

No me he olvidado de esa extraordinaria figura que es Luisa de Carvajal, no, quien emprendió el camino del Quijote  y se fue a convertir herejes a Inglaterra, cuya documentación –y textos– se conservan, en su mayoría autógrafos, con sus poesías; muchos publicados en la BAE. De hecho, asistiré a una reunión de hispanistas franceses en París, el próximo enero, para hablar de ella con mis colegas galos, en el contexto de una reunión sobre herejes, magos, inquisidores y demás gentes que vivieron en las fronteras de la religión durante el tiempo de Cervantes, con el que comparte tiempo y espacio antes de viajar a Flandes primero, a Inglaterra luego. 


Mientras tanto, voy a dar a conocer algunos documentos sencillos. La noticia que va aquí, extraída de entre otras muchas de la Biblioteca del Palacio Real de Madrid, es la notificación del Conde de Gondomar, embajador español en Londres, de que la "señora Luisa de Carvajal" ha muerto. 

Seguirá enseguida una viñeta sobre la condesa de Castellar, corresponsal habitual de Luisa de Carvajal, que tenía a gala corresponderse con toda la aristocracia española: la condesa de Miranda, mujer del presidente del Consejo Real; Rodrigo Calderón; etc. A la condesa de Castellar llega hasta a pedirle dinero. Bueno, ya lo veremos, pues la noticia se inscribe en un panorama más amplio, el de la fiebre conventual en los años de la picaresca y la corte en Valladolid (1600-1606).
Transcribo los párrafos de referencia (la letra, de amanuense profesional, es muy limpia):

".... a mi señora Luisa de Carvajal le ha cumplido dios lo que deseaba, que era morir en Inglaterra y mártir, porque hoy ha espirado de una larga enfermedad, o muchas, causadas todas de su gran abstinencia y penitencia. Hanos dejado en grandísima ternura y soledad, y por otra parte, con muy gran consuelo de la paciencia con que sufría sus achaques y las persecuciones que tuvo en este reino, y la alegría y contento con que acabó su vida y su muerte ha sido cosa rara. El padre maestro fray Diego de la Fuente, mi confesor, y el padre Miguel Valpolo, que lo era desta sancta señora,que es aquí cabeza de los padres de la Compañía, y gran persona, estos dos padres asistieron continuamente, así en enfermedad y muerte, y toman muy a su cargo escribilla, que pienso que será mucho de ver y de grande edificación, de que enviaré copia a vuestra excelencia.
Murió mi señora doña Luisa en el cuarto que tenía en esta casa en que yo vivo, y así hemos hecho junto al altar mayor de mi capilla un arco donde depositalla, por no enterralla en las iglesias con los herejes y por conservar esta reliquia en mi casa y podella llevar a España cuando me vaya. si place a Dios.......


El cuerpo "incorrupto"  –embalsamado, se quiere decir- de Luisa de Carvajal está hoy visiblemente depositado en la sala de reliquias del monasterio de la Encarnación, en Madrid.


viernes, 16 de septiembre de 2011

Desarraigos; el Quijote y Luisa de Carvajal

Partiré, creo, en dos días. Voy sola de todo lo conocido, y esto me consuela, viendo que nuestro señor me quiere así; y de una vez parece lo he querido arrancar todo

Patio del Palacio Real, desde la puerta del archivo
Pertenece el párrafo al epistolario de Luisa de Carvajal.
Al mismo tiempo que se publicaba la primera parte del Quijote, casi hasta el mismo mes y casi en los mismos lugares (enero de 1605), y en Valladolid, hay otra persona, y bien real, que harta de su situación o enloquecida por los libros que estaba leyendo, por su educación o por sus circunstancias, también decide desarraigarse. "Desarraigarse" es el verbo que en la época se utilizaba para "irse", romper las raíces y buscar los lugares en donde el ideal pudiera cumplirse o donde, al menos, la libertad permitiera que llegara no se sabe qué. Es el "arrancar" del párrafo de arriba. 
Los desarraigos colectivos con incidencia literaria más sonada eran entonces los de la picaresca; y el desarraigado que se va más famoso es don Quijote de la Mancha. El paso de una sociedad feudalizante a otra precapitalista había colocado en situación de elección y libertad a muchas gentes, El sesgo especial que Cervantes impuso a su relato es bien conocido: los lectores de entonces –casi todos, no los Sanchos– y los posteriores saben que es una locura, literalmente, y que su empeño está condenado al fracaso: por eso el relato se llena de matices, que son los que despiertan el apetito crítico. Los desarraigos de los pícaros son, sin embargo, prototipos de la realidad: se producían. Elegían una libertad ciega, la de la miseria.
El desarraigo de Luisa de Carvajal, sin embargo, también es peculiar: es históricamente bien real, lo cuenta en un epistolario –y otros textos– reales, y tiene una finalidad que los lectores posteriores sitúan al mismo nivel que el del Quijote: se va a Inglaterra a convertir infieles y a imponer, por las bravas, el catolicismo. Es decir, nos damos cuenta de que era una locura.
Hay varios momentos en los que expresa su decisión. He elegido algunos. Este es del 21 de enero de 1605: Yo me he resuelto en ir sin aguardar a nadie, que es nunca acabar, y sin coche, por la misma causa; y así he vendido dos mulas y comprado dos machuelos grandes, mansos, y de fuerza, y otro me dio la duquesa de Frías, y la de Cea: uno para mí, en que iré, porque es muy bueno y a mi propósito. Con éstos y la mula grande partiré....
Antes, ha arreglado toda su hacienda, que era bastante y se la ha entregado a los jesuitas: Todos mis negocios se han acabado.... Ya sabe vuestra merced que la hacienda ha de ser de la Compañía de Jesús, como lo es su dueño... (14 de enero de 1605). 
Como don Quijote, muda el nombre, se despreocupa de los bienes terrenos, causa el estupor allí donde va, embrolla a unos y otros en Londres.... y no consigue alcanzar el martirio, aunque lo intenta, sino que muere de enfermedad natural, de cansancio, el mismo año que el héroe literario (1614). 
Sus restos se traen a España en extraño peregrinaje que estoy documentando estos días, pues se los lleva Rodrigo Calderón, uno de sus corresponsales, a Portaceli, es decir a San Pablo de Valladolid, de donde se había hecho patrón el poderoso ministro. San Pablo todavía se estaba construyendo y adornando, de manera que le abren nicho privilegiado; pero las agustinas de la Encarnación reclaman a Felipe III que el cuerpo de su admirable amiga venga al convento de Madrid. Y así se hace (también hay documentación, pues se levanta acta del desenterramiento y viaje a Madrid).
Su cuerpo –alguna vez lo he contado desde otra perspectiva– yace en un sarcófago de terciopelo rojo en ese convento, visible en una de sus salas.
Sus escritos y otros muchos papeles se encuentran hoy en el Archivo del Palacio Real, donde yo voy leyéndolos pacientemente.

Iglesia de la Encarnación

jueves, 8 de septiembre de 2011

Coloquio sopbre las figuras de la oposición en la España de los siglos XVI y XVII

Al comienzo de curso académico –empieza la próxima semana– con clases e investigaciones organizadas, preparo también la asistencia a seminarios, reuniones, congresos, etc. que son los que permiten mantener activo el sentido crítico y contrastarlo con lo que se está haciendo en otros lugares.
Doy noticia del que organiza el CRES en París (12, 13 y 14 de enero), a donde llevaré debidamente ordenados los papeles de Luisa de Carvajal y su actividad real y literaria contra herejes. Rigurosa contemporánea de Cervantes –con el que coincide por ejemplo, hacia 1600, en Valladolid–, de cuna noble, Luisa de Carvajal resuelve viajar a Inglaterra para convertir herejes y buscar el martirio. El suyo no lo consigue del todo, pero el de los embajadores españoles en Londres –justo cuando se trataban las paces– es evidente, a juzgar por la correspondencia que, junto a otra diversa y extensa documentación, he estado leyendo en sus fuentes originales, muchas veces desconocidas.



El CRES organiza un coloquio que tendrá lugar los días 12, 13 y 14 de enero de 2012 en la Maison de la Recherche de PARIS III (4, rue des Irlandais – 75005 PARIS). Versará sobre « Las figuras de la oposición en la España de los siglos XVI y XVII». La duración de las comunicaciones no deberá ser superior a los 30 minutos. Podrán presentarse en español o en francés.
Una selección de textos se publicará en un volumen colectivo que llevará el mismo título que el coloquio. Los textos no deberán exceder las 4.000 palabras. Deberán redactarse en español o en francés y seguir al pie de la letra las normas editoriales del CRES que se adjuntan al presente mensaje.
Las contribuciones habrán de tratar de uno de los siguientes aspectos :


I.                           Las representaciones de los antagonistas elaboradas por el (o los) poder(es)

Se reflexionará sobre la concepción que los poderes instituidos tuvieron de los diferentes antagonistas y las representaciones que elaboraron de estos.
        En función de las disciplinas que se abordarán (literatura, iconografía, política, economía, etc.), se podrán analizar los discursos y las representaciones artísticas, las funciones y la utilización de las imágenes forjadas por los diferentes poderes políticos y religiosos sobre el oponente, el enemigo, el antagonista, el hereje, el heterodoxo, etc.
        Desde este punto de vista, el oponente es el enemigo interior o exterior : el judío, el moro, el protestante, el luterano, el disidente… y después todos los que, en el Imperio español de los siglos XVI y XVII quisieron separarse, reivindicaron su independencia y lucharon para conseguirla. Nos intereseramos, pues, por todos aquellos intentos separatistas que motivaron la elaboración de discursos y de representaciones del antagonista por los poderes : político, civil y religioso.


II.                      Los discursos elaborados por los oponentes : la « crítica del poder »

Así mismo se podrán invertir las perspectivas y enfocar los poderes desde el punto de vista de los oponentes.
Nos interesaremos por todas aquellas expresiones y formas declaradas o solapadas de oposición que fueron las profecías, memoriales de los arbistristas, textos satíricos del poder central o de diversas figuras del poder, elaborados por ejemplo con ocasión de las sublevaciones y revueltas de Aragón, de los Países Bajos, de Cataluña y de Portugal.

Se podrán analizar, por ejemplo, todas aquellas formas literarias y subgéneros literarios privilegiados para la expresión de una oposición tales como la sátira, los panfletos, los pasquines, las caricaturas, etc.
Así mismo se podrán examinar diversas representaciones literarias y teatrales críticas del poder.
Nos interesaremos también por las disidencias que pudieron manifestarse  en el mismo seno del discurso religioso católico ortodoxo : en esta perspectiva, nos interesaremos por el discurso teológico de oposición.
También se podrán estudiar la brujería y la demonología enfocadas como expresiones derivadas, subterráneas, de una oposición real al poder instituido.


Los contactos para todo lo que se refiere a esta reunión, antes del 30 de octubre, son los siguientes:



domingo, 3 de abril de 2011

Apretado mi corazón y penetrado de una gravísima herida....

Ya dijimos que antes de que cambiara el siglo Luisa se había torturado intentando comprometer su vida con unos votos que le llevaran a la santidad, a ser posible pasando por el martirio. Los redactaba una y otra vez, rompía borradores, los volvía a redactar, se los sometía a los que seguían de cerca su vida.... Se han conservado no menos de diez hojas con estos votos, las últimas, curiosamente, las más sucintas y breves, como se verá por una de las que doy a conocer ahora.  
Algo ocurrió, sin embargo en Valladolid y luego en los pocos años en los que vivió en Madrid, junto al colegio de los ingleses, en la calle Atocha, para que le pidiera al rector de los jesuitas que le eximiera de guardar los votos y le dejara, a pesar de esa renuncia, limpia la conciencia; lo que así hizo el padre Esteban Ojeda, que ese es otro de los documentos ya aparecidos en este cuaderno. Poco después pedía un salvoconducto para viajar a Flandes, escondiéndose en nombre ficticio, lo que despertó la curiosidad del monarca, que preguntó que quién era esa tal doña "Antonia"; es otro de los documentos que he dado a conocer. 
He elegido un par de hojas de los votos, una en limpio y resuelta (de 1598) ; la otra con los clásicos borrones y vacilaciones (de 1596), por si alguien quiere aplicarle la crítica genética, ahora nuevamente de moda. La letra de Luisa es limpia y correcta aunque con las normas de la época, claro–, transcribiré en consecuencia solo el documento de 1598.

Y así dice el que sigue:

Viendo que los impetuosos y delicadísimos afectos de dar la vida por Cristo nuestro señor, siguiendo sus dulcísimas pisadas y uniéndome estrechamente con el por este medio tenían en gran manera apretado mi corazón y penetrado de una grandísima herida, ya que no estaba en mi mano satisfacer a su deseo, quise acudirle con el alivio que puede, como parece en el voto que se sigue.
Yo, Luisa de Carvajal, lo más firmemente que puedo con estrecho voto hecho, prometo a dios nuestro señor, que procuraré cuanto me sea posible buscar todas aquellas ocasiones de martirio que no sean repugnates a la ley de dios y que siempre que yo hallare oportunidad semejante haré [¿? hay un borrón] rostro a todo género de muerte, tormentos y riguridad sin volver las espaldas en ningún modo ni rehusarlo por ninguna vía, y que cada y cuanto que me viere en ocasión tan venturosa me ofreceré sin ser buscada.
El haber hecho este voto ha sido para mí de tanto gusto y contentamiento cuanto lo será la posibilidad de ejecutarle, y en el interín me consuelo con el estrañamente, deseando (aunque miserable) sobre todas las cosas que en esta y en las demás se cumpla en mi perfetísimamente la voluntad de dios inestimable.


Con esos  votos, bien se comprenderá cuál fue la vida de Luisa en Inglaterra, a donde viajó poco después, y lo que tuvieron que hacer los dos embajadores, primero el Condestable y luego Gondomar, para guardar las maneras diplomáticas y proteger, al mismo tiempo, a la súbdita católica, a quien ademán enviaban dineros y ayudas de la corte madrileña, incluyendo el propio Monarca y sus privados.

jueves, 31 de marzo de 2011

Vaivenes espirituales y temporales de Luisa de Carvajal

Habiendo puesto por escrito todos cuantos votos y obligaciones semejantes tenia hechos en todo el discurso de mi vida, hoy viernes a 20 de octubre de 1600 años, excepto los de mi pertenencia, que quedan escritos en mi poder, los di al padre maestro Esteban de Ojeda, rector que es al presente en este colegio de la Compañía de Jesús de Madrid, y habiéndolos tenido algunos días en su poder, y considerando lo que en este caso mas convenía hacer, dispensó con todos los dichos votos y obligaciones, dejándome libre dellos a mi ruego y petición, en virtud de los privilegios que para esto tiene como superior en la dicha Compañía. Y de tal manera los dispensó absolutamente, que no me queda ninguna obligación y dice no tengo que acordarme dellos ya jamás; y el padre [] de Çetina y el padre Christóbal de Collantes, padres de la mesma Compañía y teólogos muy aprobados en ella me afirmaron que con la dicha dispensación cumplía suficientísimamente y que no tenía que me acordar más de los dichos votos. Y con eso rompí los papeles en que tenía hecha memoria dellos.

[He modernizado la transcripción]



Eso dice este nuevo escrito de Luisa de Carvajal, y con esta nueva y sorprendente declaración –que deja por escrito– se da fin a la tortura de la redacción de los votos, que no parece que se rompieran todos, pues han llegado al menos diez hojas con borradores y resoluciones de "votos" (ya he publicado uno en este cuaderno).  De la tortura espiritual anterior le liberan sus amigos y consejeros los jesuitas, como bien se ve, a quienes ha legado –en forma de fundación piadosa– todos sus bienes. La liberación de los votos le abre la posibilidad, que va a desarrollarse enseguida como nueva meta, de viajar en misiones evangelizadoras, lo que hará en una nueva etapa, hasta su fallecimiento en 1614.